La teología Yoruba radica fundamentalmente en un Dios único, el cual creó todo lo que existe. De él partieron diferentes energías, que se encargan de cada detalle del Universo, estas son denominadas Irunmole y Orishas.
En la teología Yoruba, primero, antes de uno nacer ya ha decidido que va a suceder en su vida, esto ocurre a través del Ori, quien decide cual será su objetivo primordial en la nueva vida que tendrá. Utilizando las diferentes energías del Universo, podemos lograr más fácilmente el balance para llegar a ese objetivo final pre definido por nosotros mismos, esto es vivir la vida en balance, con salud, bienestar y felicidad.
Ya hecho físico, el ser humano está formado fundamentalmente por tres elementos: Emí (espíritu), Orí (alma) y Ará (cuerpo). El Emí y el Orí conviven dentro del Ará separados, Orí es aquel que tiene el aprendizaje y la sabiduría de otras encarnaciones, que se mantiene cerrado a la conciencia de la persona hasta su muerte.
El Emí es aquel que nos permite el diálogo interno, el que almacena recuerdos de esta encarnación y el que da un paso al costado en nuestra conciencia cuando incorporamos o montamos el Orisha, saliendo del Ará.
Todos los habitantes del Aiyé, de acuerdo a su comportamiento en su paso por la vida pueden ser considerados como Omoluabí o Ajogun. Los que transgredieron las leyes y tuvieron un comportamiento indigno durante su vida, se convierten en Ajogun o espíritus oscuros, entre los cuales podemos mencionar a:
Iku: La muerte. Rey de los Ajogun.
Arun: La enfermedad.
Ofo: La avaricia.
Epe: el odio.
Ewon: el egoísmo.
Ofun: el abandono.
Egba: La pereza, la soledad.
Los Omoluabí son los eggun quienes fueron dignos en su vida, pero que de cualquier manera cometieron alguna pequeña falta, son ellos considerados espiritus bondadosos y pueden ser parte de los ancestros adorados por la familia.
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