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Para Daína Chaviano con mucho amor y cariño, para que pueda encontrar la salida del laberinto de recuerdos en que la he dejado.....
No puedo abrir aquella puerta donde nos vimos la última vez, no la encuentro, no la puedo ver, demasiada es la niebla, el destino, aquellos detalles que se fragmentaron desde la explosión del otoño azul. No quiero seguir huyendo de tu lejanía. No soy aquel espacio marchito que un día corrió desnudo por las playas más hermosas, las que el apóstol un día nombrara las más hermosas, las del destierro, las del inaudito incrustamiento de una personalidad llena de odio, de maldad que nos impone una ciudad cada día más abandonada, el mismo que un día impidió que nos tomáramos aquella foto del cajón mágico en los jardines del Capitolio.
No puedo, sencillamente no debo retornar sobre aquellos pasos que me conducen al pasado, a tus historias donde la mitología nos regresa en un sueño, desde aquella cabalgadura donde al descubrir al perseguidor no podemos más que sentarnos a reír sobre aquellas historias paralelas, sobre aquel camino que nos espera apostado como en una encerrona de palabras y coqueteos.
Hay ciertos detalles que perduran de aquella hoguera a la orilla del mar y debo retornar a la ciudad que buscamos con el desespero de un náufrago que destila añoranza. Es aquella hoguera que jamás pudimos encender, que el destino prohibió para que no fueran quemadas nuestras historias, nuestros sueños, así era la vida de entonces, caminar en busca de un amuleto, de una metáfora saltarina que protegiera aquellos sentimientos y nos disculpara, o aquel otro fragmento de la visión donde la ciudad es el milagro divino, donde puedes ver peces y panes y no huyes, simplemente tomas fotografías mentales porque estás disfrutando una de esas anteriores vidas donde ya los dioses se habían marchado al cielo y los hombres corrían por aquellas cavernas en busca de un milagro, en busca de aquella verdad que no puede ser porque las verdades son relativas, los espacios y las sombras un tranquilo despertar, un enorme recuerdo.
No puedo abrir la puerta que me trae de regreso y estoy atrapado entre dos palabras y comienzo a caminar por aquel camino y descubro que la ciudad está intacta, las mismas personas que ayer estaban buscándonos por el mundo están ahí, disfrutando de un té helado, de una conversación, de ese imposible sueño que es regresar al pasado por una insólita gota de agua y te veo, me acerco a ti, estás sentada sobre tu imaginación, murmurando aquellas palabras que evocan tu recuerdo para encontrarme, para hallar el camino de salida de ese laberinto que nos han impuesto por destino y no te desanimas comienzas a narrar aquellas historias de hadas para adultos y una gaviota llega desde el borde y te besa y sales caminando hacia el parque y te sonríes porque aún estás habitando la Isla de los amores infinitos y nadie puede esconderte aquellas calles llenas de historia, humedad, amigos e historias que siempre te persiguen, que siempre se filtran desde los muros de piedra, de aquellos volcanes dibujados en los lienzos o el triste polvo que se apodera de los libros y los pregones, los sueños, aquella calle de madera donde los carruajes esperan tu sonrisa para regalarte el misterio, aquella soledad que no pronuncias en tu país de dragones y ahí sigues, buscándome dentro de tu recuerdo, tardarás más de lo que yo creo encontrarme, soy una especie de recuerdo que se disuelve en el tiempo, que regreso y desaparezco, que te abraza y no me ves, soy un canto yoruba, tres tambores conversando aquella apología que jamás podrán leer los inocentes.
Julio Antonio Rodríguez Santana
Opinión Cubana
Daína Chaviano. Cubana. Exiliada. Considerada por los críticos y los amigos como la mejor escritora de Ciencia Ficción de Cuba. Dentro de su obra podemos nombrar: “El hombre, la hembra y el hambre”, “Gata encerrada”, “El abrevadero de los dinosaurios”, “Fábulas de una abuela extraterrestre”, “País de dragones”, “Historias de hadas para adultos”, “Casa de juegos” y “La isla de los amores infinitos” y diversos cuentos en numerosas publicaciones. Su obra ha sido traducida a varios idiomas.
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A cada rato recuerdo a un buen amigo, un compinche, un ser humano que desgraciadamente falleció en el 2001, víctima de su propia vida, y digo esto porque este buen amigo terminó sus días alcohólico, prácticamente abandonado a su suerte, lejos de su familia y lamentándose mucho de lo que había sido su existencia. Yo dejé de verlo cuando partí al exilio, y aunque a veces le regalaba una llamada, después de su muerte supe que debí ser más amigo, más familia y lo lamento porque realmente fue un excelente amigo, un tío de esos que uno siempre quiere tener, de esos tíos que cargan con sus sobrinos para todos lados, fiestas, juegos de pelota, recholatas, etc.
El pensamiento más antiguo que tengo de él en mi memoria es un 31 de diciembre allá por el lejano 1971 en una casa en la playa que estaba en Celimar y lo recuerdo, totalmente borracho, con la pistola en la mano y disparando al aire. Recuerdo también que llegaron unos policías indagando el origen de los tiros y que mi tío salió a decirles que él era quien estaba disparando y qué. Los policías al ver quien era tomaron su camino de regreso pues nada podían hacer.
Anécdotas como esta las viví bastantes veces y sé que usted se andará preguntando quién era mi tío y por qué hacía estas cosas y yo le voy a responder. Mi tío era el comandante José Ponce y era muy respetado entre la cúpula política de su época por sus méritos en la revolución, fue militar, fue ministro, terminó borracho y a mí me da mucha tristeza hacer un pequeño recuento de su vida, pero para hablar del tema que quiero tocar, siento que es justo dedicarle un pequeño homenaje a una persona a la cual quiero y estimo mucho. De los tiros y cosas similares les puedo decir que eran pequeñas “sublevaciones interiores” protestas por las cosas que no salieron bien, por asuntos que se planearon en base a promesas que no se cumplieron, resentimientos y por qué no, ganas de joder.
Decía que antes de empezar a tocar el tema del Moncada quería darle ese pequeño homenaje a mi tío porque además del cariño y respeto que siento por él, aún después de muerto, muchas de las cosas que voy a decir hoy las escuche de su boca y no creo que mucha gente las haya escuchado antes porque Pepe Ponce no era de mucho hablar, era muy reservado, pero como siempre fui su sobrino consentido y su compinche tuvimos muchas conversaciones sobre temas “prohibidos” de la revolución y estas conversaciones fueron más seguidas desde el 84 que fue el año donde comencé a vincularme a los grupos opositores que empezaban a resurgir en la Isla.
Yo le agradezco eternamente a mi tío las varias veces que me sacó de los calabozos utilizando su influencia, en verdad y me lo dijo, cada vez que movía sus influencias se buscaba descargas, regaños y problemas pero a pesar de ello, el siguió firme en su protección para mí y su frase favorita era: “Yo soy Pepe Ponce y al que no le guste que le eche azúcar”
Recuerdo que salí de la Habana, una noche oscura y no me despedí de él, pienso que él también lo quiso así por el dolor de la separación, por la pena de ya no contar con el compinche y varios días después lo llamé, le dije y me agradeció que no le hubiera dicho, por ello digo que hice bien en no avisarle. Su muerte fue un duro golpe para mí. Uno de mis sueños era sentarme con él, grabarlo durante horas todas sus historias y anécdotas y publicarlas una vez que hubiese fallecido y lamentablemente ya no va a ser posible, pero algo de ese anecdotario quedó grabado en mis recuerdos y por primera vez lo voy a hacer público.
Una de estas anécdotas se refiere al día en que mi tío conoció a Fidel a través de su cuñado el tristemente célebre Ramiro Valdés, amigo de su infancia. Pepe Ponce me decía que Fidel Castro le había caído como una patada en el estómago por su delirio de grandeza. Él me decía que el loco pensaba que era un tipo muy importante, que se creía Dios, que le encantaba dar órdenes como si fuera un general y no le gustaba que lo contradijeran en cualquier tema. Yo recuerdo que mi tío me decía que habían quedado en verse en la Habana unos días después y que Fidel le había mandado a decir a Ramiro que no llevara a mi tío porque Ponce había estado haciéndole bromas a Fidel y que él estaba molesto. Ramiro desobedeció el pedido de Fidel y llevó a mi tío a ese encuentro no sin antes pedirle que lo dejara tranquilo, que no se metiera con él porque era muy buen amigo suyo. Mi tío hizo caso, lo dejó tranquilo y en esa reunión fue donde comenzaron los preparativos para el día Negro.
Otra de las anécdotas de mi tío se refiere a los preparativos del ataque del Moncada donde él me decía que Fidel siempre andaba presumiendo trajes nuevos pero siempre andaba arrancado (sin dinero) y como mi tío era de familia acomodada siempre andaba pidiéndole. Mi tío, que siempre fue un buenazo, le daba dinero, incluso mucha de la propaganda política del movimiento se imprimió en su imprenta. Lo curioso es que, decía mi tío, entre varios habían logrado reunir cierta cantidad de dinero para alquilar los autos que iban a participar del ataque, y que ese dinero misteriosamente se perdió, nadie sabe qué rumbo tomó y algunos días antes hubo que correr (así decía) para volver a conseguir el dinero y poder rentar los autos.
Sobre la renta de los autos mi tío tenía también una anécdota de que uno de ellos (lamento no recordar el nombre) trabajaba en una agencia de renta de autos y que, a través de él se hicieron todos los trámites. Mi tío decía que este “cara de guante” se había quedado con el dinero de las comisiones por la renta, más un bono que le había dado su jefe por haber rentado esa cantidad de autos y no contento con la tajada, la renta estaba más cara que de costumbre ya que, según este personaje había regatas y la demanda estaba alta.
Otra de las anécdotas de mi tío era su “encabronamiento” con Fidel durante el ataque al Cuartel Moncada, ya que él entró en la tercera máquina al cuartel y estaba entre los que se enfrentaron a tiros con los guardias de la posta y con los que, en calzoncillos salieron a ripostar el ataque y su “encabronamiento” es que la historia, escrita mucho después, quiere hacer parecer que Fidel estaba entre los primeros y según mi tío, la única vez que lo vio estaba como a 150 metros (cuadra y media de la posta) diciéndoles a su gente que entraran a pelear pero que en ningún momento se metió en la balacera y mi tío decía entre risas que este pichón de mandamás era tremendo cobarde.
Como lo recoge la historia mi tío se quedó protegiendo la retirada de alguno de sus compañeros hasta que cayó herido de bala y fue trasladado al hospital de Santiago de Cuba, donde el médico Posada le salvó la vida dos veces. Una al no entregárselo a Ríos Chaviano, el tristemente célebre coronel jefe de la guarnición militar de Santiago de Cuba y la otra al intervenirlo quirúrgicamente de manera magistral para evitar que la bala que se alojó en su pulmón no lo matara, ya que al sellar la herida del pulmón sin extraer la bala, ésta última sirvió para evitar una hemorragia, valiente intervención la de este ilustre médico.
Sobre este tristemente célebre coronel mi tío decía que montó un encabronamiento que hizo época cuando el negro bruto de Sarria, un teniente que estaba al mando de la operación de captura de Fidel Castro después del ataque logró apresarlo y se lo entregó en Santiago de Cuba a Chaviano. El Coronel montó en tremenda cólera y dijo su famosa frase de que “me has embarcado teniente” y que mi tío, en tono de jarana decía, a él solo no, a todos los cubanos.
En otra ocasión seguiré escribiendo sobre mi buen tío Pepe Ponce y sus anécdotas ya que no quiero salirme del tema del Cuartel Moncada y de lo que representa en verdad para el pueblo Cubano.
Cuba es un país que lleva 57 años de dictadura continua, primero en 1952 Fulgencio Batista cuando le dio un golpe de estado a Prío Socarrás y luego la toma de poder de Fidel Castro, sus primeros pasos queriendo demostrar democracia al colocar primero a Urrutia LLeó como presidente y pocos meses después al percatarse que Urrutia no sería una paloma mansa a la cual dominar le dio un golpe de estado y puso a Dorticós, un oscuro personaje que era cualquier cosa menos presidente hasta que en 1976 el tirano Castro hizo el primer antecedente de lo que hoy están haciendo varios gobiernos en América Latina cambiar la constitución del estado, creando leyes favorables a sus ambiciones desmedidas de poder.
He querido, para terminar, dejar una anécdota de mi tío sobre el 26 de julio y según mi tío él llamaba ese día, el día negro, porque fue el día en que, en primer lugar, complicó su vida en la historia cubana, muchas veces me dijo que si podía regresar en la historia no se hubiera metido en ese barullo que fue el Moncada y también lo llamaba así, porque por muchos años todos los 26 de julio participaba de una comida donde estaban todos los sobreviviente y escuchaban las mismas historias repetidas, los mismos chistes pesados de Raúl y las “consabidas reflexiones” de Fidel Castro donde siempre decía que si hubiesen entrado por x posta hubieran tenido más suerte, donde siempre se lamenta de no haber recibido algunas de las balas que mataron a sus compañeros (yo y muchísimos cubanos nos preguntamos lo mismo) y lo mismo cada año. Por lo anterior mi tío se refería al 26 de julio como el día negro, un día que lejos de ser recordado con agrado por él sentía mucha tristeza por recordar a muchos amigos que murieron ese día para liberar a nuestra patria de una dictadura, para que, una vez ganada la guerra, Cuba volviera a otra dictadura. No es justo, decía mi tío, y creo que eso mismo piensan y sienten millones de cubanos el día de hoy.
Yo le quiero dar un homenaje a aquellos hombres que murieron ese día, tanto en combate, como a manos de los soldados de la tiranía de Batista. Ellos no tienen culpa que su jefe haya traicionado sus propios ideales. Ellos tuvieron fe en la libertad de nuestra patria, ellos tuvieron fe en José Martí, ellos merecen ser recordados como héroes. A ellos, a todos los cubanos que luchan hoy día por la libertad de nuestra patria, mis respetos, mi homenaje y mi saludo.
Muchas gracias