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VAZQUEZ PORTAL. UN EJEMPLO DE LUCHA
BREVES PALABRAS PARA UN AMIGO: Perdona flaco, por publicar estas cartas, tu diario de prisión y algunos poemas. Bien sabes que no lo hago ni por mal, ni por ganar dinero, sino por regalarte un homenaje, por dedicarte una página especial de mi granito por la lucha de nuestra libertad, porque te lo mereces. Porque con tu ejemplo y tu lucha te has ganado los corazones de mucha gente, que lastima que la mayoría no te conozca, que no haya disfrutado de tu amena conversación, porque si lo harían serias el tipo mas popular, el mas grande. Desde la soledad de mi exilio, desde mi corazón te regalo un abrazo y este homenaje y espero que muy pronto nos veamos en una cuba libre gracias por tu amistad.
Nació en Morón, provincia Ciego de Ávila, Cuba, el día 9 de octubre de 1951. Escritor y poeta, es licenciado en Filología. Trabajó en la prensa oficial desde 1974 en Morón y posteriormente en La Habana. Se inició en el periodismo independiente en 1996 en la agencia CubaPress. En 1998 fundó la agencia de prensa Decoro que en 1999 cambio su nombre a Grupo de Trabajo Decoro. Es autor de varios libros: A mano Abierta, poesía; Del pecho como una gota, poesía; Cantos iniciales, poesía; Fábrica de antojos, poemas para niños; Amar a fondo, cuento; Una guerra por los sueños, novela para niños; el más reciente es Celda número cero, poesía.
Está casado con la Sra. Yolanda Huerga Cedeño. Condenado a 18 años, por ejercer su oficio de periodista, cumplió parte de su sentencia en la cárcel de Boniato a 860 kilómetros de La Habana donde residía su familia en el Edificio 979 apto. 14 - Zona 24 Alamar, Habana del Este, fue liberado por enfermedad. En la actualidad se encuentra viviendo lejos de su amada isla, sufriendo las penas del exilio.
CARTAS A SU ESPOSA Cárcel de Boniato, 21 de abril de 2004 Sra: Yolanda Huerga Cedeño Puchita: ¿Por qué no puedo yo darle reposo a esta cabeza mía que, mientras más vieja, más indagadora, inconforme y sumida siempre en meditaciones complicadas? ¿Qué fatum terrible me signa y no me permite las banalidades que, tan cómodamente, se apoltronan en la mayoría de las cabezas? Hoy me gustaría, como el poeta español que tanto significó para la poesía cubana -piensa en el grupo Orígenes-, Juan Ramón Jiménez, exclamar: "Dios mío, dame la mediocridad", aunque Dios se burlara preguntándome: ¿más? Es que no puedo dejar de pensar. El destino de mi país, de mi pueblo, se me ha convertido en obsesión, en un rittornello abrumador y pertinaz. Fácil -aunque muy doloroso en mis circunstancias presentes- sería imaginar lo que hace nuestro Gabriel en este instante, evocar lo que te apesadumbra o contenta en esta hora, colegir las aspiraciones de Manolito, barruntar los sueños esperanzadores -no conoce todavía la crueldad y vacuidad de cuando la esperanza se convierte en espera- de mi hija Tairelsy para su hijo Samuel; en fin esa cotidianidad que hace feliz a tanto ser común. Pero yo, no. Alma de carretero atascado que aguijonea a sus bueyes, tengo que pensar -con lo peligroso que se torna pensar- en el destino de una nación que su sátrapa expolia, y niega desvergonzadamente que lo hace, y nos la roba sin dejarnos ninguna alternativa, abusando de una titularidad que hace mucho tiempo el verdadero soberano le retiró, pero que él detenta a pura fuerza castrense. Pienso. No puedo dejar de pensar en el triple peligro -aunque se avizora otro, un cuarto- que se cierne sobre ella: la permanencia en ese estado limbático en que el tiempo parece haberse congelado, la asechanza de que el limbo se rompa y dé paso al infierno de una insurrección interior que sería reprimida con fiereza y recrudecería el estado de plaza sitiada que padece la ciudadanía y por último, el tan anunciado Apocalipsis de una agresión armada por parte del "enemigo histórico", más bien, conseguido por la necesidad que todo principado absolutista requiere para mantener el espíritu de confrontación de que depende su existencia. Ante esa necia tozudez partisana -no tan necia como impostada- de quien hace de lo confrontacional el único asidero para la supervivencia de su política, convocando sin escrúpulos al holocausto, no resta otra opción que acrecentar la sabia, prudente y paciente civilidad, para no ser cómplice, o marioneta ciega, del crimen que supone un estado de guerra real en las circunstancias actuales. La mayor aspiración de todo psicópata belicoso -recordar a la recomendación (petición) a Nikita Jruschov en l962- es ver al mundo envuelto en pólvora. Hay que evitarlo a toda costa. La pólvora y la guerrilla son, ahora mismo, una metáfora, una reminiscencia del pasado en que se quiere, como fósil viviente, eternizar el magno. Es estúpido olvidar que la modernidad ha dotado al hombre de una tecnología de exterminio que deja muy estrecho margen a las utopías espartanas. No es la arrogante intransigencia caudillista, el espíritu de sacrificio, la heroicidad a ultranza lo que determina el desenlace de las batallas en esta hora, aceptar como inteligente que se puede desafiar con el pecho -ajeno casi siempre de quien lo preconiza- un misil de lanzamiento digital o una aviación pilotada por computadoras remotas. Pero esa postura numantina -que implantada en la conciencia como providencial, nos viene desde que los mambises del siglo XIX incendiaron la ciudad de Bayamo antes que entregarla al enemigo español- no es auténtica ya en la élite que la alimenta con plena conciencia del verso del himno, también bayamés: "al combate, corred" (vosotros, ustedes) y asumen una socarrona actitud de "capitanes arañas". A la hora cero todos huyen bajo el pretexto de continuar la sagrada lucha -fundamentalismo también impostado. Ese imaginario no es más que el discurso enmascarado tras el cual se esconde una selección muy racional -maquiavélica diría yo- del arsenal simbólico de la memoria histórica para redespertar un entusiasmo muerto desde la década de los sesenta, que les permita la perpetuación de una usura, ya traspasada -menos en los niveles más altos de la pirámide- a los herederos ortodoxos y dogmáticos que la usufructúan y aprendieron a defenderla con las mismas trácalas. Frente a eso, qué cabeza honrada puede darse el lujo de reposar. El cuarto peligro -el más horripilante- sería, a la desaparición de nuestro Pitaco particular, el establecimiento de sus vástagos en esa ortodoxia dogmática que elevaría el nepotismo a alturas insospechables. No puedo dejar de pensar. No hay espacio en mi cerebro para quejas personales, acoquinamientos ideológicos individuales, ¿seré estúpido o estaré infectado por ese virus providencialista que aqueja a la nación romántica que somos, cuando ya el mundo anda en pos multiculturalidad postmoderna que permita la existencia, reconocida y legitimada, de las pequeñas comunidades que conforman la unidad, en mi caso la familia? No te caliento más la cabeza. Con la mía que bulla basta. Soy el único culpable de llevarla todavía sobre los hombros, y no hay ninguna deidad aquí, como en Las cabezas trocadas, de Thomas Mann, que me la pueda permutar, aunque sea por un coco seco, pero que me permita una mullida inconciencia para dedicarla únicamente a soñarte. Te amo, Yo
II "Los zarpazos de la fiera herida son atolondrados pero peligrosos. Debes y deben precaver por si asoman las uñas. Todo sastre antes de dar puntadas, toma medidas. Tómenlas, pero no dejen de zurcir. No permitan que ningún zascandil se les adelante. No se queden en la playa, vayan hasta altamar, que se enteren todas las costas del peligro que supone amar cuando el amor anda tan lejos del corazón de la fiera", escribió el poeta y periodista independiente Manuel Vázquez Portal, condenado a 18 años de prisión, a su esposa, Yolanda Huerga. Cárcel de Aguadores, 8 de febrero, 2004 Sra. Yolanda Huerga Cedeño Puchita: Esta será una carta muy breve. Hija de la premura. Escrita con la urgencia de los mensajes impostergables. Quien conozca el amor sabrá por qué. Recibí una visita entre pachanguera y amenazadora. Por su burda sutileza te diría que más amenazadora que cualquier otra cosa. Los detalles son, por ahora, imposibles. Sólo te repito, como te dije desde el principio: de todo lo que tú digas soy yo el único responsable. Que nadie intente ver en ti o en tus actos otra culpa que no sea la de amarme. Si alguien quisiera utilizar tus palabras para inculparte por algo, conocerán entonces de lo que soy capaz verdaderamente. El juego de cultas fruslerías se convertiría en guerra sangrienta y sin tregua. Mantente alerta y alerta a toda persona que corra el mismo riesgo. Los zarpazos de la fiera herida son atolondrados pero peligrosos. Debes y deben precaver por si asoman las uñas. Todo sastre antes de dar puntadas, toma medidas. Tómenlas, pero no dejen de zurcir. No permitan que ningún zascandil se les adelante. No se queden en la playa, vayan hasta altamar, que se enteren todas las costas del peligro que supone amar cuando el amor anda tan lejos del corazón de la fiera. Puchita, tú eres mi voz y cuanto digas es mucho menor de lo que yo diría; si te conminan al silencio, diles que entonces seré yo la algarabía, y que tengo buena garganta; no hay convenios, tenemos el derecho. La altamar es el reino donde podemos navegar. Sé buen marinero, no dejes nada en la ribera, que todo, absolutamente todo, por nimio que sea, resuene en todas las playas. Yo soy el autor -material e intelectual- de todo cuanto afirmes. Si buscan un culpable, aquí estoy, preparado y aguardando. Tu delito es amarme. Mi delito, no haberte dado a tiempo una patria donde defender el amor no sea un delito. Tuyo, Yo III Cárcel de Aguadores, 1 de octubre, 2003 Sra. Yolanda Huerga Cedeño Puchita mía: El día 9 será mi cumpleaños. No podré gozar de tu compañía, y Gabriel, que ya sufre mi ausencia, no podrá este año despertarme con los ojos brillantes de júbilo, para recordarme, con un jugueteo matinal, que estoy envejeciendo. ¿Cuándo podremos nuevamente disfrutar esos placeres elementales del espíritu a que acostumbrábamos, y de los cuales nos ha privado la injusticia y la ferocidad de un régimen macabro? Frente a esta pregunta que te hago y me hago no puedo responder más que con esa desafiante respuesta que siempre doy a quienes me preguntan que cuándo acabará este régimen oprobioso: "Esto acabará cuando los cubanos lo deseemos". Si padecemos la tiranía es porque la soportamos y por tanto la merecemos. Hasta que el pueblo cubano, a pesar de toda la represión gubernamental, no se decida a ser libre, seguiremos siendo esclavos. Mientras sigamos creyendo el barraje propagandístico del régimen, seguiremos, como sapos hipnotizados, viviendo en el cieno. La revolución de Castro ha sido desde sus albores un fingimiento edénico que, por medio de una prensa más adoctrinativa que informativa, vendiendo una imagen mesiánica, ha tratado de deslumbrar al mundo, ha engatusado a algunos y embaucado a un pueblo entero. De paradisíaco Cuba sólo ha tenido el riesgoso pasadizo, como Estigia plagada de peligros, que nautas atrevidos, desesperados, han descubierto en el Estrecho de la Florida, y en el cual intuyen la promisión de una vida mejor después de haber enfrentado al cancerbero. Este año, cuando arribo, sin paz, sin patria, sin libertad, a los 52 años, ha sido particularmente fatídico para Cuba. Miles de encarcelados pagan con su encierro la cuota de sufrimiento que cada cierto lapso de tiempo se desencadena en la nación. Frente a la imposibilidad de bajar la presión social por medio de otro éxodo masivo, el régimen se ha visto forzado a sustituir la migración por la encarcelamiento. Las operaciones policiales (esta vez encabezadas por la Seguridad del Estado) han servido para frenar el evidente descontento popular. ¿Cuántos son los prisioneros arrestados este año? Nadie -excepto la cúspide de poder- lo sabe. Las operaciones con nombres rimbombantes como "Coraza del pueblo" contra el tráfico de drogas, "Ofensiva dos" contra opositores y periodistas, más otras, han arrojado un enorme caudal a las cárceles cubanas. Pero no por ello el descontento popular ha decrecido. La inconformidad bulle en el país como el magma a punto en las entrañas de un volcán. Creo sinceramente que esta línea ascendente de desaprobación hacia el sistema castrista es irreversible. Aspiro a no cumplir más años bajo la pesada piedra del totalitarismo cubano. Te amo, Yo Si alguien se sueña estatua, ése es el tirano": Manuel Vázquez Portal
IV Cárcel de Aguadores, 29 de septiembre, 2003 Sra. Yolanda Huerga Cedeño Puchita querida: Yo sufro los barrotes de una celda, más bien chiquero de marranos, donde hoy hace seis días falta el agua; Cuba sufre los bostezos de la comedia manida, reiterada hasta el agotamiento de sus charrasquillos, que le impone un histrión demente. ¿Cuál mi culpa, cuál la de Cuba? Yo no he cometido otro delito que el de escribir con honradez sobre lo que otros callan, ya con disimulo, ya con complicidad, ya con desvergonzado desparpajo; Cuba no ha cometido otro crimen que el de la aquiescencia pasiva frente a la estulticia que durante casi medio siglo la ha degenerado. Quizás ambos merezcamos la condena. La ingenuidad, bajo los efectos enervantes del hechizo de las habilidades del prestidigitador malvado, puede ser una culpa. No fuimos, ni yo ni Cuba, capaces de vislumbrar la catástrofe que se avecinaba. No barruntamos que si alguien se sueña estatua, ése es el tirano. No sabe que al convertirse, en vida, en más mármol que carne humana, sensible y perecedera, el resto de los hombres comienzan por temerle, luego por despreciarle, y más tarde burlarle. Lo que empieza con solemnidad de himno para el héroe -si es un tirano el elegido- termina con fanfarrias de circo para el devenido saltimbanqui, caricatura de lo que fue heroísmo. La oportunidad de servir a la humanidad -y esto no lo ha entendido nunca ningún tirano- es ya en sí misma la presea. Todo jalón áureo, todo entorchado dorado que se procure luego, no sintetiza el instante supremo en que el destino individual brinda una brizna de gloria. Coincidir, ya por azar, ya por decisión propia, en el segundo exacto en que los demás requieren del acto altruista no significa luego que los beneficiarios nos deban pleitesía eterna. Fidel Castro, de cuya heroicidad siempre he dudado -cuando los sucesos del Cuartel Moncada su automóvil se extravió, y su piel no estuvo expuesta al silbido feroz de los disparos; cuando el combate de Guisa, mientras Braulio Coroneaux moría junto a la loma del Martillo, él dirigía las acciones amparado por las estalagmitas de la Cueva de Santa Bárbara; cuando en Bahía de Cochinos Efigenio Ameijeiras llevaba los tanques de guerra hasta las arenas de la playa, él dirigía las acciones al resguardo de muchos kilómetros en el Central Australia; cuando Arnaldo Ochoa veía, en Cuito Cuanavale, la noche hendida por cintas de fuego, él quería, desde La Habana, dirigir la batalla- ya arribó a la fase de bufón. Cuba es hoy, bajo su férula, un mundo de brujas desenfrenadas, de mentiras, de trampas, de falsos semblantes, de antifaces macabros y estratagemas, y todos, urticados por la infecta máscara, esperan la hora final del aquelarre para poderse componer el rostro verdadero. El grupo de adelantados que se arrancó con energía y virilidad la máscara de la diabólica comparsa, padece en su mayoría los rigores de la prisión, pero pueden mostrar la faz sin pústulas repulsivas que los señalen como conjurados de Belcebú. Ojalá -y ruego aquí fervientemente a Dios- no haya entre nosotros otro que se sueñe mármol, obelisco. Ojalá el futuro no tenga que enfrentarlo, porque te juro que, aún en la ancianidad, volveré a la carga. Estos sufrimientos tuyos de hoy no los repetirá otro tirano sin que encuentra otra vez adarga al brazo… ¡Qué bonita me quedó esa referencia al Quijote! ¿No seré yo en realidad algo quijotesco, no habré confundido el Almendares con el Toboso? Si es así, que tengan cuidado los futuros molinos con ínfulas de sátrapas inconmovibles. Estos meses de cárcel han sido un gran sacudimiento en el ámbito sideral de nuestra oposición. Novas, supernovas, negras, aerolitos han estado en el vórtice de las explosiones. Unas se han convertido en huecos negros, otras en puro polvo astral, otros han decidido apagarse y, sobre todo, un grupo de satélites se ha reorientado en su órbita real. ¡Bienvenido al bang! El cielo ha quedado más limpio para que yo escoja una estrella y le ponga tu nombre, y pueda orientarme en la noche más negra. Tuyo, Yo V Cárcel de Aguadores, 28 de septiembre de 2003 Sra Yolanda Huerga Cedeño Pucha: La prisión no me doblega, me reafirma. Cuando los gobiernos encarcelan por razones políticas no hacen más que mostrar su impotencia, su miedo ante la desobediencia civil, su terror al ejemplo viril. Al encarcelarme no han conseguido más que elevar mi amor por ti, por mis hijos, por Cuba, a blasón, himno y bandera. Hoy soy más tuyo, mejor padre y más cubano. ¿No fue más amado Cristo después de crucificado? Los malos gobiernos siguen cometiendo el mismo error. Cuando no pueden con el ejemplo de un hombre noble, digno, pretenden envilecerlo, humillarlo, destruirlo, y es cuando el ejemplo crece, si es verdaderamente auténtico y representativo de los anhelos públicos. Ya el pueblo cubano sabía, y ahora lo ha corroborado, que hay algo de impasible, de obstinado, de maléfico en la testarudez castrista de creer que la independencia, la soberanía de Cuba se sustenta en su permanencia al frente de un gobierno que ha traído más penurias que ventajas gratificantes para la sociedad cubana. ¡Cuánto de megalomanía hay en esa actitud! ¡Cuánto de desprecio por los demás cubanos! ¿Qué delirio es ese de paradigma insustituible, estadista imparangonable, deidad casi? ¡Qué demencia egocéntrica! Desde que en 1959 (nacías tú ese año para salvar la fecha), y por medio de la violencia, -violencia que intentó luego transplantar, infructuosamente, en América por medio de la exportación de guerrillas y la subvención soviética-, arribara al poder, el país ha vivido como sumido en un delirio de zafarranchos. El trauma bélico que padece, desde que en la pandilla de Emilio Tro se formara como un "gatillo alegre", ha marcado la vida cubana. ¿Es ésa la estabilidad civil a que aspira? Después que en 1959, trúcala tras trúcala, conspiración tras conspiración, y ya con anhelos totalitaristas, descabezara, inhabilitara, desarticulara todas las organizaciones revolucionarias que habían hecho posible el derrocamiento del régimen militar encabezado por Fulgencio Batista, lograra, con maniobras turbias, y aprovechando el entusiasmo popular por un líder fabricado por medio de leyendas, y tras una falsa renuncia a su cargo de primer ministro, deponer a Urrutia Lleó, supuesto primer presidente después de reconquistada la democracia violada tras el golpe militar del 10 de marzo de 1952 (nacía mi hermano Arturito entonces para salvar también la efemérides, me refiero al año, no al día), emprendió una alocada carrera hacia el absolutismo, ya con el respaldo de una Unión Soviética sedienta de ampliar su influencia política en Occidente. Es el momento en que una revolución que aspiraba sólo al restablecimiento de la democracia se vio convertida en epígono comunista, y trajo para el país toda la herencia putrefacta de las satrapías rojas euro-orientales: Los planes fantasmales, a largo plazo, de desarrollo económico, los racionamientos, las precariedades, el desabastecimiento, junto a la intransigencia política, los ataques a la moral religiosa, la implantación de un árido ateísmo estatal, la intolerancia frente a minorías intelectuales, artísticas, educacionales, filosóficas, sexuales, el incontenible éxodo de una población que vislumbraba ya el desastre económico, la destrucción de una infraestructura económica que, si bien tenía perfiles estrechos ya que partía de escasos rubros: industria agroazucarera, tabacalera, ganadera, etc, servía de garantía financiera para la nación, la demolición de una red de pequeñas industrias manufactureras y pequeños productores, que para el mercado interno y el consumo nacional, así como la satisfacción de servicios a la población, eran de innegable eficiencia, hasta desembarcar en un verdadero estado de emergencia económica debido a la dependencia del eje socialista europeo, cuando éste, corroído por su propia ineficiencia se viene abajo. ¿Es ésa la prosperidad a que aspira con su eternización en el poder? ¿Es ése el amor que proclama por Cuba y por los cubanos? No digo más, si continuara no podría evitar los insultos; y los insultos, él mismo se ha encargado de probarlo, no son un modo decente de polemizar, de convencer, de hacer política. Se apela al insulto, en su caso es proverbial la tendencia, cuando faltan razones. Amor, la presión arterial sigue con su afán de cumbres, no logro hacerla descender, pero yo me siento cual si nada. No creo que en este instante, cuando se acercan grandes definiciones en el país, el corazón me traicione. Mi corazón tú lo llenas demasiado para que venga a caber otra cosa en él. Tuyo, Yo VI Cárcel de Aguadores, 14 de septiembre, 2003 Sra. Yolanda Huerga Cedeño Amor: ¡Y qué tarea ciclópea se le avecina al pueblo cubano! Salvarse de la ruina heredada y salvarse de las apetencias mezquinas, de las rapacidades espurias, del filibusterismo interno. Es la hora grande de la nación. Nos veremos crecer. El magma está a punto. La erupción es inminente. No creas que cuando así pienso, y te lo participo, me creo el demiurgo elegido, dueño de la piedra filosofal, con un programa infalible. Sólo soy un hombre honrado que desde la soledad de mi celda otea el horizonte y atreve una premonición, a lo mejor sin sentido. Cuando se llega al límite no quiere decir que se ha arribado, sino que se tiende a… y creo ver la hora límite. Lo inusitado puede ser la incógnita revelada en toda ecuación política -por ende coyuntural. El resultado puede ser sorprendente. Estamos -recordemos a Hegel- en un momento trascendente. No se le puede dar pábulo a la demencia, a la turbamulta desenfrenada, así como tampoco a los apetitos bárbaros, a las debilidades creadas por la precariedad, a las concesiones pusilánimes; sólo la serenidad y la inteligencia serán el manto protector. Dios pone ante el pie del hombre los caminos, y ante sus ojos el pino y la vivencia para escoger el apropiado. Todos los procesos históricos, aunque ejecutados por los hombres, están previstos y organizados por Dios. Si acaso, somos sus instrumentos. Creo que ha llegado la hora en que Dios desea salvar a nuestra Jerusalén, y contra eso son inútiles las fuerzas humanas. Se equivoca quien pretenda impedir los designios de Dios. Si acaso estoy en el vórtice de la sacudida, ten por seguro que nuestra dignidad será salvada, y para ello, ante todo, respetaré, seré fiel, leal hasta la muerte, de las leyes, las enseñanzas del único verdaderamente todopoderoso. Cesó el tiempo de adoración de los falsos ídolos, de los trenos alelantes, de los aforismos embaucadores, de las frasecitas altisonantes y falaces. El cubano merece ya un podo de piedad y transparencia. Ha sido largo, rudo su gólgota. Creo percibir la clemencia divina. Soy ahora, más que nunca, todo fe. Si no fuera que lo creo blasfemo te diría que me siento ungido. Hay que evitar por todos los medios el derramamiento de sangre, ya Cristo derramó la suya por todos, no hace falta más. A menos que Dios mismo lo desee, y si El lo quiere, yo seré el primero en ofrecer la mía. La vida no vale nada si no se sabe morir apegado a la grandeza divina, y ganarse la vida verdadera, sin más gloria que glorificar a Dios. Amor, Pucha mía, cualquier estólido podría pensar que ésta no es una carta de amor a la esposa amantísima. Pues sepa el tonto que no se puede amar a nadie si no se ama a la humanidad, del mismo modo que no se puede amar a la humanidad si no se ama a cada individuo en particular. te amo porque me amo, y amo a la humanidad porque tú eres parte mía y los dos somos parte de la humanidad. Dios nos creó como un todo, ¿quién soy yo para segregación tan imprudente? Yo te amo, Dios nos ama más, porque nos ha unido para que no nos atrevamos nunca a dejarlo de amar. Más no puedo amarte, porque todo mi amor es tuyo, Yo VII Cárcel de Aguadores, 26 de septiembre de 2003. Sra Yolanda Huerga Cedeño. Pucha adorable: Postrado ante tu lealtad me siento más humano, me ahombro por tu amor. Si me faltaran fuerzas, las hallaría en tu honradez, dignidad y altivez. Es orgullo lo que me asiste de tenerte. Por eso no te hablo en estas cartas, me hablo a mí mismo desde tu corazón. No son palabras lo que trazo, son latidos de tu sangre navegando la mía. Eres la compañera que siempre deseé para este empeño que me completa como cubano. ¡Tonto aquél que piense que el futuro será armónico como una sonata, necio quien crea que será plácido como una puesta de sol, vista desde la mullida poltrona en la terraza umbría! Muchos son los peligros que correrá la Patria, después de arrojada la piedra de Sísifo que nos lacera el hombro. Mucha ha de ser la cautela y grande la alerta para que no se corrompa nuevamente el alma de la nación. Con seres humanos ha de erigirse el templo de la patria, y resabida es la imperfección de los seres humanos, pero, precisamente en esa ringlera de imperfecciones radica su grandeza. El delirio de un hombre nuevo, superior, inmaculado, impecable es un desafío a las leyes divinas y naturales que rigen la existencia humana. ¡Cuántas calamidades ha acarreado a la humanidad el afán de preponderancia de una raza o de una doctrina política!/ Pero la comprensión de nuestras imperfecciones no será fertilizante para que crezcan las vilezas en la nación nueva. El poder legislativo, sin subordinación alguna que lo lastre, será el máximo rector de la moral ciudadana, sin que nadie, absolutamente nadie, ya por su poder político, ya por su encumbramiento financiero, ya por sus méritos en el servicio a la patria, se crea, o resulte verdadera y vergonzosamente, impune. Leyes nuevas ha de parir la nación nueva, para que impidan con su eficacia la proliferación de depredaciones sociales que pudran los pilares de una convivencia segura de la sociedad. Un Estado de derecho, sin atribuciones factuales para ningún representante administrativo, ha de primar en el ejercicio del poder. La aparición de la pluralidad política, y la necesaria competitividad que de ella dimana, será piedra de apoyo para la consecución de tal empeño de justicia. La pluralidad no debe suponer, bajo ningún concepto, anarquía, segregación, pérdida de la unidad nacional. Toda la bancada estatal ha de defender con denuedo, en primer lugar, los intereses generales de la nación que sobrepujen en importancia los intereses de partidos particulares integrantes de la totalidad gubernamental. La nación por sobre todos los partidos, y cada partido, en el poder o en la oposición, en función de la nación, o la nación perecerá de nuevo entre manos adictas al poder dictatorial y permanente. Mucho celo y mesura requerirá el reajuste de unas fuerzas armadas hipertrofiadas innecesariamente; evitar el caudillismo militar o la aparición de "mafias" surgidas de aparatos castrenses habituados a medrar, amparados por su fuerza, profesionalidad y destreza, será tarea primordial de los oficiales pundonorosos que sean designados para defender la integridad de la nación y la vida pública, en un ambiente de civilidad y democracia. Pero no será fácil. Habituar a una sociedad sin tradición democrática a las ventajas y exigencias de la democracia, será faena de grandes enamorados de la libertad. No percatarse de las deformaciones que han minado los países recientemente liberados del totalitarismo, y cometer los mismos errores, sería imperdonable; hay que estar preparados para los desenfrenos, la proclividad a la corrupción, las voracidades y apetencias mezquinas, para frenarse a tiempo. Los vicios del totalitarismo no pueden ser sustituidos por nuevos vicios. La investigación minuciosa de los factores que han propiciado en los países con más tradición democrática el desarrollo económico, político y social, ha de prevalecer, no para implantarlos miméticamente y sin una adecuación acertada a nuestra realidad, con el fin de acelerar nuestro propio desarrollo, sin cometer el desatino, diríase endémico en las naciones del trópico y del sur, de la desafortunada improvisación caprichosa. Arduo será el trabajo en el futuro. Y éstos son sólo apuntes del tropel de ideas que se me agolpan pensando en el porvenir de Cuba. Habrá que convocar a las mentes más lúcidas, a los patriotas más fieles y altruistas, a los tecnócratas más capaces, a los economistas más agudos, a los financistas más audaces y a la vez sensatos. Habrá que darle participación a los grandes capitales amasados en el exilio y a los pequeños productores que requieran de créditos estatales o privados para la fundación de nuevos capitales. Será como fundar un país nuevo teniendo en cuenta todas las potencialidades de cada ciudadano; será, al fin, como le apuntara José Martí en carta al Generalísimo Máximo Gómez, fundar un país lejos de las bandas militares con que se manda un cuartel. La patria no es una trinchera, es el seno de la madre común que nos arrebuja y arrulla para que seamos felices a su amparo. Y para ese empeño sólo pido tu compañía y comprensión, probada ya en estos días turbulentos y difíciles que hemos elegido. Tuyo, Yo P.D: Tu mirada, agua sutil que me baña tibiamente. Luz como de sol naciente que me ilumina el perfil. Soy a tus ojos servil, a tus labios soy esclavo. Si no me miras me acabo, si no me besas me hundo; cuando a tu cuerpo me fundo, tu luz en mi pecho grabo. Tuyo otra vez, Yo VIII Cárcel de Aguadores, 24 de septiembre, 2003 Sra. Yolanda Huerga Cedeño Puchita: Parece ser que la única descompensación notable, y advertida hasta ahora, que me dejó como corolario la huelga de hambre fue cierto desequilibrio en la presión arterial. Se mantiene entre 110 con 170 y 100 con 160. Pero también es posible que no sea resultado del ayuno sino del apetito, diríase voraz, que se me ha despertado. Estoy comiendo como una nutria. Otro factor de incidencia puede ser la cafeína, bebo mucho café. No sé, puede ser cualquiera de estas cosas. En todo caso no le ha dado importancia porque no me siento mal por ello, no te preocupes tú. La huelga no hizo más que verificarme mi capacidad de resistencia y mi salud a prueba de castroenteritis y otras plagas. Cuando la detuve todavía tenía fuerzas para otros diez días, sin que se produjeran daños notables en mi organismo. Parece ser que el Espíritu Santo me alimentaba. Fueron días difíciles. Cuando renuncié a la alimentación, me privaron también de todas mis pertenencias -incluyendo toalla, jabón, cepillo y pasta dentífrica-, dormí todos esos días en el piso de una celda sucísima -solamente en calzoncillos- atacado por los insectos y rodeado de un brote enorme de conjuntivitis que asolaba el penal completo. Hubo días en que los infectados sobrepasaban los 150. Dios quiso que saliera ileso. Me mantengo sobre los 54 kilogramos de peso. Me siento ágil y fuerte. La hora que me otorgan de patio la uso en la ejercitación: corro, hago gimnasia y otros ejercicios de construcción y fuerza, los más jóvenes se asombran de mi elasticidad y resistencia. Estoy hecho todo un gallito de pelea. Lástima que aquí no tienen equipamiento deportivo. Toda la ejercitación tienes que improvisarla a partir de imaginación: el enrejado de cabilla del patio lo convierto en "Hércules" de calidad incuestionable, lo demás, ejercicios de manos libres: abdominales, cuclillas, rotaciones de miembros, plancha; eso basta para estar en forma; si siento algún "cancaneo" -extrañísimo que ocurra- ha de deberse al medio siglo de uso de esta carrocería maltratada por 44 de soyalismo. No sé si Gabriel haya recibido la carta que le envié hace unos días. Le eché un buen raspapolvos, creo que eso será suficiente. Él y yo nos comprendemos bien. Pero me cuesta mucho ser severo con él, me reconozco -ah, infancia perdida- en sus gestos, sus desplantes, su audacia, su temeridad, su fortaleza de carácter, su carencia de temores, su lengua restallante. Cuando lo amonesto siento nacer al niño reprobado por los adultos sin comprensión del universo infantil; y veo nacer esa rebeldía que también descubro en él. Difícil tarea la de educar a un "rebencú". Ahora comprendo mejor a la vieja Eva y al viejo Manolo, sólo que ellos no se andaban con tantos escrúpulos ni psicologías, una buena correa era su mejor instrumento pedagógico. En el Eclesiastés también se habla de la correa como medio educativo, pero no sé, no lo creo eficiente, ni digno, ni moral. Si los niños pudieran enfrentar a sus padres abusadores con igual fuerza, destreza y rabia cuando son agredidos por ellos, creo que los padres lo pensarían dos veces, pero resulta más fácil reprimir con fuerza bruta que persuadir con inteligencia y amor. Yo quiero ser amigo de mi hijo, y toda agresión física o moral invalida la amistad. Un hijo es, al menos para mí, algo así como un regalo muy preciado que nos otorga Dios para que nuestra estirpe permanezca. Me parece, además de inmoral, sacrílego, maltratar a un niño, forzarlo a trabajos a destiempo o involucrarlo en política. La familia, la sociedad entera ha de entender que los niños son el tesoro más valioso y a la vez frágil que poseemos. Nadie mejor que tú para entenderme porque sé cuánto amas a Gabriel. Estoy confrontando problemas con el uso del teléfono. Parece que los señores de la "Seguridad del Estado" no dejaron las orientaciones precisas a la dirección del penal, y éstos, aterrados, no se atreven a autorizarme las llamadas. Ni que fuera yo el encargado de dar la orden de ataque nuclear. Percibo mucho miedo por parte de las autoridades en relación con nosotros, parece que no somos tan insignificantes como quieren hacerle creer al pueblo. Por otra parte, veo crecer las simpatías de los reclusos y de muchos guardias -estos últimos a sotto voce- por nosotros. El liderazgo de los 75 en las prisiones es impresionante. Al menos en mi experiencia personal, tanto en Boniato como ahora en Aguadores. Creo que hemos pasado de pretendidos "mercenarios" a auténticos adalides. El pueblo esperaba este momento, ya tiene una guía, intuyo que ya nadie podrá detenerlo. Es la hora grande de Cuba, nos amaremos al fin, sin tiranía. Tuyo Yo IX Cárcel de Aguadores, 25 de septiembre, 2003 Sra. Yolanda Huerga Cedeño. Puchita mía: Hoy es jueves, como ese jueves en que el poeta peruano César Vallejo se pusiera los húmeros a la mala y prosara unos versos en los que aseguraba que moriría en París con aguacero; dicen que consiguió morir bajo una fina llovizna parisina. Es jueves y te añoro, gasto la foto donde tanto eres tú que sólo le falta el pálpito; te evoco y logro tu figura viva de gacelilla frágil, y consigo tu alma fuerte y volcánica. ¿Cómo cabe tanto tesón, tanta bravura en tan pequeño cuerpo? ¿Qué he hecho yo, Dios mío, para merecerte? Pienso en la vida, no en la muerte como César Vallejo, y aunque estas celdas de la cárcel de Aguadores sean un muestrario de agonías, donde cadáveres vivientes, con voz y sombra, mueren cada día de olvido y tedio y mala nutrición, pienso en la vida. ¿Por qué tantas cárceles en Cuba? ¿Por qué tantas personas encarceladas? ¿No es la educación el antídoto idóneo contra el delito, no se vanagloria el gobierno cubano de su sistema educacional, por qué tantas cárceles entonces, por qué, según mis cálculos -conservadores- frisa el medio millón de reos la población penal de Cuba? ¿Qué no constituye aquí una figura delictiva? ¿Qué ocurre con el código penal cubano? ¿Qué papel juegan los abogados de la defensa en casos que ya vienen cerrados desde que las autoridades policiales los han abierto? ¿Cuántas modificaciones habrá que hacerle al sistema judicial cubano para que la jurisprudencia recobre su dignidad y eficacia? Pienso en la vida. No puedo, no quiero pensar en la muerte, que me sorprenda soñando una Cuba nueva. Necesito mucha vida para colaborar con la magna tarea de edificar una Cuba habitable, disfrutable, amable para los días por venir. No sé por qué hoy, precisamente hoy, cuando ya llevo 6 meses y 6 días enclaustrado en celdas de aislamiento, recuerdo aquellos primeros días de encierro en Villa Marista. La decisión del gobierno se me presentaba entonces como demencial. No creía posible que cometieran la torpeza, en situación tan precaria para sus relaciones exteriores, de encarcelar tan elevado número de opositores y periodistas. Pero se hizo realidad, y con una celeridad asombrosa -juicios sumarísimos, nada menos-, atónitos deben de haber quedado los juristas del mundo, por muy acostumbrados que estén a las decisiones del Máximo; más que incoherentes resultan estrafalarias. Fue una locura, y a mí me parece, lo sigue siendo. Quien atraviese -y conserve la cordura- esta ordalía que es la realidad política, económica y social cubana actual, tendrá razones sobradas para que hachas, cuchillas, porras, péndulos con punzones, mandobles, lanzas, fosas enmascaradas con la hojarasca de discursos falaces, no vuelvan a instalarse en la nación, harta de acosos, defenestraciones, expatriaciones obligatorias y exilios interiores bajo presión policial. Cuando observo el pavor que se nota en el rostro de artistas e intelectuales que sobreviven bajo la solapa de la doblez y la moral emponzoñada, cuando descubro la ansiedad de profesionales capaces y talentosos porque suceda algo que los salve del malsano igualitarismo que los sume en eterna pobreza, cuando percibo la proclividad de los jóvenes hacia una evasión física y espiritual de la realidad que los comprime, cuando palpo la angustia de mujeres -cansadas de privaciones- deseosas de que ocurra algo que las libere de la doble esclavitud, laboral y hogareña en que, como rueca indetenible, se ha tornado su existencia, no puedo pensar en la muerte. Me siento en deuda con la vida. Imagino que soy, que somos, aquéllos que hemos tenido el decoro de elevar la voz, el ariete que derribará tantos muros donde el cubano lleva una vida vegetativa y negligente que los apoca y acorrala. Como Martí, repetiría ahora: "Para Cuba que sufre, la primera palabra". No tengo derecho de quejarme por mis penurias. Si sufro la ausencia de tu abrazo, si padezco la carencia de las carantoñas de Gabriel, si echo de menos el plato de la tarde, preparado por tus manos hacendosas, mágicas y acariciadoras; si me atribula el breve espacio en que me han arrojado mis verdugos, si enflaquezco de cuerpo, no puedo darme el lujo de enflaquecer de alma; lo que pierdo de liberad de movimiento lo gano en libertad de pensamiento. El cuerpo de un rebelde puede encarcelarse, pero el pensamiento de un soñador que aspira, que sueña la libertad de todos, no cabe en jaula alguna. Mis sueños serán realidad palpable, veremos desde los sillones de abuelos venerables, en las tardes apacibles que vendrán, los rostros satisfechos de nuestros muchachos creciendo en un país con abundante gracia y pan. Las tormentas de hoy serán la dicha de mañana. Pero, ¿para qué esperar a la dicha venidera, si tengo la dicha de tenerte hoy? Tuyo Yo X Cárcel de Aguadores, 24 de Septiembre de 2003 Señora Yolanda Hurerga Cedeño. Pucha Querida: Pensar, como bien sabes, siempre ha sido riesgoso; pero, como también conoces, porque lo sufrimos, en Cuba pensar ha devenido tabú, y expresar el pensamiento un crimen. Yo soy la prueba fehaciente, tangible. Si sufro las penurias de la cárcel se debe a esa legislación macabra, diabólica, que impone el totalitarismo, donde la única defensa es sumarse, con mansedumbre de cordero, o arrepentirse -si públicamente mejor, con toda la carga de humillante denigración que supone el acto- de lo que se piensa y se ha expresado. ¿Qué tipo de libertad es ésa que propagan los medios oficiales y que no nos permite siquiera la posibilidad de ser nosotros mismos? ¿A dónde va un país que mata en sus ciudadanos la capacidad que hace del hombre un ser superior frente a los demás animales? ¿Acaso aspira el gobierno cubano a que la nación se vea poblada de borricos dóciles que trasladen la carga sin más conciencia que la de aceptar la irremediabilidad de su condición de bestias subordinadas al imperio de quien, como a una recua, los conduce hacia el despeñadero? Triste, dolorosa es la imagen que brinda nuestro país. Como piedra de Sísifo lleva Cuba su presente: Los pies rencos, el hombro desollado. Es mucho el peso, la carga le dobla el espinazo, las fuerzas que le restan sólo debe usarlas para arrojar el terco basalto lejos de su cuerpo molido. Es la hora -aunque parezca maniqueo- de las únicas dos opciones prudentes: se despoja de la carga con valentía o la arrastra con resignación de manso asno. No hay más, la testarudez de quien nos arría con látigo de retórica falaz y violentos trallazos de odio, no admite matices. Y estoy seguro de que la altivez, la honra del pueblo cubano se impondrá al servilismo y la mansedumbre. Cierto es que Cuba es tardía para las decisiones de independencia; basta recordar- lejos de toda matización académica- que fue la última colonia española en rebelarse contra la corona, y que ha sido- aun sigue siendo- el último de los epígonos de un totalitarismo retardatario y sombrío que lastra la conciencia e impide el desarrollo; pero llegado el instante supremo no duda en dar la batalla. Sólo ruego a Dios que no sea sangrienta, aún contra la voluntad guerrerista del imperatorcillo con ínfulas de César. (Un paréntesis: Ayer -qué ignorancia la mía- descubrí que César, en lengua púnica viene significando elefante… Dios mío, con lo longevo que son los elefantes). La sociedad cubana está harta, hastiada de muertes innecesaria e inútiles. ¿Cuántos cubanos murieron en el Congo, en Bolivia, en Angola, en Etiopía, en Argelia, en Somalia, en Nicaragua, para qué sirvieron sus muertes? ¿Cuál ha sido el resultado de tanta exportación de guerrillas? Ojalá este siglo nos permita una vida sosegada, nos premie con una transición pacífica que traiga, sin cobrar vida de cubano noble, alegre, laborioso, la estabilidad, la prosperidad y los derechos que ansiamos. Puchita, en las noches, cuando ya el desquiciante barullo de presos famélicos y esquizoides cesa, sueño despierto. Sumergido en las tinieblas apacibles de mi celda -para qué describirte su inmundez- y acompañado de alimañas que buscan su alimento en la penumbra e insectos que me escuecen la piel, imagino el futuro de Cuba. Proyecto, desde mi condición de ignaro jurista, una constitución donde la proscripción primera sea la de la tiranía con pilares legales de irrevocabilidad; donde la ley primera sea la conjugación armónica de los intereses generales de la nación con los intereses individuales de cada ciudadano; donde la libertad de expresión, de culto, de movimiento, de afiliación política, de empleo, de doctrina, de educación, sea, si cabe el termino, sagrada. Compongo una economía donde el primer beneficiario sea el ciudadano emprendedor que, con sus talentos, su tesón, su honradez, su sentido práctico, su capacidad de inversión, su prudencia administrativa, su visión empresarial, sea capaz de producir bienes y servicios que redunden en la satisfacción de sus aspiraciones personales y aporten, por medio de un aparato fiscal eficiente e inmunizado contra la corrupción que por siglos ha minado las naciones, dividendos abundantes a la economía general con que se establezcan presupuestos que garanticen el bienestar del sector menos próspero de la sociedad. Barrunto una política interior en la cual cada ciudadano participe desprejuiciadamente, sin mordazas ni presiones externas que lo conviertan en marioneta, en la composición de un gobierno que lo represente realmente, sin que ningún sector de la ciudadanía- ya minoritario o mayoritario- quede excluido, una política exterior sintonizada con la tendencia mundial de paz, desarrollo sostenible, celo por el medio ambiente, respeto por la soberanía nacional, la autodeterminación y disfrute de las culturas locales y universal, una política exterior que nos empariente con el resto del mundo, en condiciones de igualdad e intercambios favorables para ambas partes, sin que por ello se vea a la nación subordinada a intereses espurios, y marche, con todos los hombres y todas las naciones, hacia un futuro de paz y plenitud. Un futuro en el que el planeta todo sea la patria de la humanidad toda, y la especie humana logre por fin el derrumbe de todas las aprisionantes geográficas e ideológicas, que mantienen al hombre actual en estrecho, convulso y frágil redil, por cuanta rapiña voraz y egoísta nace del miserable afán de preponderancia, ya personal, étnico o nacional, que se imagine elegido para regir el destino de todos. ¿Quién puede asegurar, con seguridad apostólica, que el paraíso prometido por Dios es un mínimo jardín ubicado en una longitud determinada de la tierra, no será todo el planeta el Edén prometido? ¿Por qué creer que el templo sagrado debe ser erigido en un sitio limitado, no será Jerusalén uno de los tantos símbolos de la parábola divina, y el Jerusalén verdadero sea el planeta todo, desde el cual debemos a prestarnos a glorificar a Dios? ¿Y cuál es la mejor manera de glorificar a Dios sino cuidando de sus criaturas preferidas: los hombres? Como ves, Puchita mía, mi celda no es una madriguera turbia de rencores y propósitos de venganza, no es el emporio donde se encuban resquemores, lamentos, pretensiones banales, ajustes de cuenta sanguinarios, no es el cubil donde germinan crueldades, egoísmos, represiones; es la sementera donde nacen -me nacen- cada día más ansias de libertad y justicia, más afanes de -en mi modesta capacidad- contribuir a la plenitud del hombre -todos los hombres- y salvaguardar ese jardín que Dios nos regalara para que, leales a sus mandato, podamos ser merecedores del vergel eterno. Allí nos encontraremos para seguirnos amando. No tenemos otro sendero. Tuyo, Yo XI Cárcel de Aguadores, 22 de septiembre 2003 Señora. Yolanda Huerga Cedeño. Pucha: Hoy Tairelsita cumple 26 años. ¡Cuánta juventud! ¡Cuánto entusiasmo ha de asistirla! ¡Cuántos anhelos de ver a su hijo -mi nieto- hecho un mocetón virtuoso y fuerte! ¿Les dejaré de herencia una patria envilecida, pobrísima, estancada? ¿Será posible que Samuel también tenga que padecer las ataduras físicas y morales del totalitarismo? ¿Será baldía esta cárcel que sufro? No dudo al afirmarte que así no será. Cuba se ha desperezado. Quien no quiere admitirlo es aquél que la cree dormida aún. Mi nieto Samuel disfrutará de la Cuba que soñamos, tendrá el privilegio de verla crecer junto a él como a la niña hermosa, alegre, mimada por todos, que será la patria nueva. ¡Ah, patria nueva, sin costas enrejadas, sin bocas temerosas, sin vidas constreñidas! ¿Qué es la patria sino la tierra que nos da pie para andar todas las patrias, geográficas y espirituales, añorarla y regresar cuando nos plazca, para reencontrarnos, reafirmarnos en ella. La patria no es pedestal para asentar en él una doctrina inflexible, intolerante, tiránica, es el cantero donde deben germinar todos los jugos seminales de la espiritualidad humana, y nadie, absolutamente nadie, puede arrogarse el derecho de desarraigar, escardar, podar ningún brote, ya aromático o espinoso, que nazca. De todas las plantas debe componerse el bosque de la patria; el árbol bueno dará frutos, el árbol roñoso calor en los hogares de las casas de los hombres. ¿Cómo conocer el árbol benigno o maligno si lo arrancamos en su edad temprana y no lo dejamos crecer para compararlo, para valorarlo, para elegirlo? En el nuevo siglo la patria amplía sus fronteras, se dilata, alcanza toda la tierra, el planeta entero como patria de una civilización, la especie humana. No es esta era la de estrecho chauvinismo, ni ridículo nacionalismo. La nación del hombre es el orbe entero. ¿Qué diferencia esencial, como persona, existe entre un francés y un chino, entre un dominicano y un ruso? ¿El idioma, las tradiciones locales, el color de la piel? ¿Es eso esencial? Aunque las danzas, en su forma, su ritmo, sean diferentes en distintos sitios de la tierra, lo esencial es la necesidad humana de danzar. Aunque Dios tenga nombres y cultos diferentes en distintas latitudes, lo esencial es la necesidad humana de un Dios a quien temer y adorar. Aunque el misterio del alma se conciba de disímiles maneras en lugares distintos del planeta, lo esencial es la necesidad del hombre de indagar sobre el origen del alma. El hombre, independientemente de lenguas, tradiciones, religiones, rasgos físicos, es, en todas partes, el mismo. En él se amalgama ese cúmulo de virtudes y miserias, de anhelos y negligencias, de santidades y malignidades, de heroicidades y cobardías, de cordura y delirio, de fidelidades y traiciones que lo identifica como humano. ¿Qué es, entonces, la españolidad, la haitianidad, el espíritu ruso, la britanidad, lo cubano? ¿No se ha misturizado ya demasiado el mundo como para andar con melindres localistas, tribales? ¿No ha padecido ya demasiado la humanidad por hacer prevalecer esas singularidades estrechas? ¿No es hora ya de entender la multiplicidad como rasgo esencial de la unicidad? El hombre es único dentro de su pluralidad, y eso es lo que hay que salvar. Seamos, al fin, terrícolas, y unámonos en el afán de salvar la tierra y sus habitantes. Es la hora de que Cuba se incorpore a esa tarea grande, gloriosa, necesaria, y no es su sistema fracasado y obsoleto el llamado para regir ese destino. El totalitarismo fracasó en su cuna y fracasó en sus epígonos. Afincarse hoy en él es una aptitud retrograda, reaccionaria, criminal, nada hay de salvable en él, salvemos al hombre y démosle una patria planetaria. Que sea dueño de todas las lenguas y todas las culturas, de todas las tradiciones y todas las religiones, para que elija aquélla que más se avenga con él, y sea dichoso. El adelantado que fue José Martí no pudo expresarlo más claro, sintéticamente: "Patria es Humanidad". Ha llegado la hora de que la humanidad entera tenga por patria al mundo entero. Atrincherarse hoy en la endeble barricada de una nacionalidad bastante dudosa es cerrarle el paso al desarrollo humano. ¿Queremos acaso una sociedad que, en medio del desarrollo actual, se estudie como la pirámide de Keops, sólo para que permanezca en su trono el faraón? No. El régimen cubano pertenece ya al pasado, y como pasado hay que aceptarlo y darle paso a una nueva formulación política que permita legítimas, beneficiosas, perdurables y respetuosas asociaciones con el resto del mundo. Si Cuba se halla hoy aislada no se debe a ninguna tendencia hegemonista foránea, sino a la intransigencia testaruda de quien dice representarnos cuando, en realidad, sólo representa su afán desmedido de perpetuidad en el poder. No es Cuba quien no desea ajustarse a las nuevas exigencias de un orden social mundial nuevo, es su gobierno. Y nunca ha de confundirse el gobierno con la nación, con la identidad, con la nacionalidad, con la Patria. Ningún caudillo es síntesis de esas categorías. Cuba está ansiosa de incorporarse al mundo, de participar del desarrollo, sólo que el gobierno encabezado por Fidel Castro se empeña en que con su desaparición personal y del aparato que él representa, se perderá la patria, la independencia, la soberanía. ¿Qué concepto de soberanía tiene este señor, estos señores? ¿Acaso el criterio medieval del soberano rigiendo el destino de todos sus súbditos y siervos? ¿Nuestra soberanía depende de que él siga fungiendo como soberano absoluto? ¿Es que acaso no hay otros cubanos dignos, y quizás más aptos, para representar nuestro interés de nación independiente? El poder, ejercido de manera totalitaria, lo ha enceguecido. Si Cuba corre hoy el riesgo de una confrontación sangrienta se debe únicamente al frenético, demencial, vanidoso, egoísta empeño del gobierno actual de perpetuarse en el poder, y a la negligencia política del pueblo cubano que, apocado y sumiso, ha dejado que tal empeño se enraíce. Es la hora de extirpar esas raíces que pueden secarnos el corazón. Mi nieto, todos los nietos de los cubanos, merecen que les forjemos una patria acorde con los requerimientos del mundo actual. Quiero que Samuel sepa elegir, y lo aprenda temprano. Un hombre que no sabe elegir va por el mundo como un mendigo que implora la limosna de la orientación a una brújula ajena, y corre el riesgo de que lo descarríen, que lo conduzcan por un camino incierto. Es una tarea impostergable enseñar al cubano, cuanto más temprano mejor, a elegir el destino propio y el de la nación, y para ello hay que cortar, de un tajo sabio y decidido, todas las ataduras que por casi medio siglo nos han impedido la libre circulación de una sangre, por herencia patriótica, rebelde y orgullosa. Sean estas cartas a ti Pucha mía, mi derrotero intraicionable para el futuro. Porque así pienso, así actuaré. Sólo la muerte podrá impedir que luche por estas ideas. Repetirte que te amo jamás será suficiente porque no hay letanía, por duradera que sea, que alcance para reiterarte todas las veces que desearía decirte, "Pucha, te amo". Yo XII Cárcel de Aguadores, 20 de septiembre, 2003 Sra. Yolanda Huerga Cedeño Puchita: No sé si hoy ha ocurrido algún hecho histórico. La vida de la humanidad está plagada de fechas trascendentes. Pero hoy es un día histórico sólo porque te amo. ¿Hay mayor historicidad que el amor? Dicen que amar con desenfreno, con frenesí, con el corazón, es asunto de adolescentes. Debo haber amanecido adolescente, niño romántico-heroico que desea ser un héroe mitológico para que tú lo ames. ¡Pobre Werther que soy a mis 51 años. ¡Te amo con el corazón, la cabeza, la piel y los riñones! Tengo grandes amores. Tú lo sabes y no me celas tontamente de ellos. Dios, la Patria, mis hijos, pero ante todo tú, porque tú eres yo. ¿Cómo amaría a Dios si no te amara? La cárcel es ruda, la cárcel es sórdida, la cárcel es degradante, pero ¿hay cárcel más cruel que encerrar el pensamiento humano, pretender la acefalia ajena para convertirse en el único pensador? El más torpe, el más incultivado de los hombres se rebelaría frente a la imposición de un pensamiento único ¿Quién ha dicho que la multiplicidad humana puede encarrilarse para que viaje mansa, negligentemente por un solo raíl? ¿Quién ha dicho que la pluralidad ideológica puede atraparse en un puño -por más férreo que éste sea- y convertirla en doctrina alelante que todos tengan que aceptar? ¿Qué fronesis exótica es esa, qué reflexión demencial? Y las potencialidades cognoscitivas del ser humano, ¿dónde quedan? ¿Es que acaso el hombre es hucha vulgar que traga pacientemente cualquier moneda política, ética que se arroje dentro de ella? No es cuerno vacío que se desborda con cualquier futilidad el pensamiento humano. Todos aprendemos, desde temprano, a valorar, discriminar, solucionar aquello que más concuerda con los valores éticos propios, heredados de una tradición familiar, religiosa, social. ¿O es que el totalitarismo posee la cualidad de borrar todo legado cultural para, partiendo de la nada, erigirse Dios y crear "un hombre nuevo", autómata triste, dispuesto siempre a asimilar exclusivamente la directriz del "gran cerebro?" Ningún sistema de gobierno postra la facultad omnímoda, omnipotente de trasmutar la sociedad en un monolito ideológico. La unanimidad política es, a estas alturas del desarrollo humano, una engañifa a la cual ningún cosmético enmascara eficientemente. Se engaña, y pretende embaucar a los demás, todo gobernante que, por más recursos -persuasivos o represivos- que despliegue para la movilización popular, crea representar, llevar en sí, la opinión general. La doblez popular también existe y la sociedad, frente a la represión -ya enmascarada o abierta- la utiliza para salvaguardarse; puede la doble moral ser la única tabla de sobrevivencia en el naufragio político. La historia ha demostrado que la simulación social socava pero no derrumba. El desplome viene cuando la sociedad, fatigada de fingir, prefiere la cárcel real, ruda, sórdida, degradante, antes que permanecer en la ergástula, más estrecha y denigrante, de la falta de pensamiento propio y la imposibilidad de elegir. Cuba conoce las alternativas, sabe del derriscadero por el que se desbarranca, tiene conciencia del abismo ideológico en que ha caído. ¡Quiere elegir! Y no podrá la cárcel, mía o de miles, detener un futuro plural, múltiple, elegible. Por eso ha amanecido hoy mi amor lozano, ígneo, palpitante. En ti se resume la patria, la libertad. Te conozco y conozco a mi pueblo. Soy un reo feliz porque te tengo y mi pueblo me tiene. Vaya espíritu flaco el mío si me quejara de mis penurias. Cuba sufre más. Cuba vive más encarcelada que yo, su padecimiento es mayor. ¡Cuba primero! Salvémosla. El hombre es perecedero, la patria que deja a los hijos, eterna. Fundemos la patria donde nuestros hijos puedan pensar y elegir. Si te besara ahora, te abrasaría, y yo ardería contigo Tuyo Yo XIII Cárcel Aguadores, 18 de septiembre, 2003 Sra. Yolanda Huerga Cedeño Puchita: Si caben en tu corazón más pesares que los que te ha impuesto el gobierno cubano al encarcelarme injusta, despiadadamente, escucha también estas tribulaciones mías, que sólo comparto contigo porque eres parte mía. Debía callarme, no causarte penas, pero sé que entre los dos el fardo es menos pesado. Te doy dos buenas noticias. Las pequeñas escaras que me produjo dormir en el suelo y sin aseo durante la huelga ya sanaron. Con todas las delicias que trajiste he empezado a engordar. De los 49 kilogramos con que terminé la huelga ya peso 54. Parece ser que el queso y la leche siguen siendo alimentos esenciales, lástima que a nuestros niños los priven de leche a los siete años. La alimentación aquí es tan deficiente como en la cárcel de Boniato. Las mismas recetas -bazofias- se repiten con asqueante asiduidad. Me impongo comérmelas, pero me es imposible. ¡Cuánto echo de menos a tus artes culinarias de las que, a veces, me quejaba; no sé cómo excusarme contigo! Parece que los seres humanos necesitamos perder algunas cosas para comprender que se trataba del paraíso. Los libros que me trajiste también me alimentan. Son el antídoto preciso contra la alienación, el embrutecimiento diario a que estoy expuesto. Este es un mundo inhumano, grotesco, inescrupuloso, aberrante. Para evadirse de él hace falta una dosis inmedible de voluntad y valentía. Siempre se está al rente del exabrupto y la violencia. La cautela tiene que ser permanente y la alerta eterna. Uno nunca puede definir con exactitud cuándo se trata de provocadores manipulados o de personas realmente traumatizadas por los años de cárcel los que se te acercan. En todo caso el comportamiento en las relaciones -bien sabes que no soy muy buen cultivador de ellas- tiene que ser sereno, firme. No se puede mostrar ningún signo de debilidad, al mismo tiempo que el coraje no puede ser demasiado ostensible. El equilibrio del carácter, para con todos, sin excepción y sin exclusión, es la clave de una convivencia cercana a lo sosegado, si es que el sosiego puede alcanzarse en este lugar. En cuanto a las conversaciones de corte político, la cautela hay que redoblarla. Sólo se topa con personas de pensamiento muy primitivo, poco cultivado, fabricado a fuerza de consignas banales; si algunos se expresan contra el gobierno, no lo hacen por convicciones, sino porque, en última instancia, todo recluso rechaza el sistema que lo encarcela; la libertad es tan sagrada -a pesar de ser la palabra más emputecida, y la categoría filosófica más pretendidamente explicada- que hasta los hombres más pedestres quieren solapar sus culpas, sus crímenes, tras el biombo de las culpas, los crímenes, los reaccionarios de los gobiernos. Por otro lado son muy volubles, tan pronto los escuchas despotricando contra el sistema, como a la menor prebenda, los oyes alabándolo con frenesí de bestias obnubiladas. El preso cubano -no sé cómo será en otra parte- está lastrado por un sentido de provisionalidad muy acentuado. Cree sólo en el ahora y en el aquí. No tiene el menor sentido de futuro, su proyección hacia el mañana no existe. Está tan engañado, tan mondongueado por las autoridades penitenciarias, y por tanto tiempo y tan constantemente, que no espera nada de nadie. Su sentido de reafirmación individual se mueve en el estrecho carril del día que discurre. La esperanza para ellos es una entelequia. Su confianza en los demás es sólo una máscara de pseudoagradecimiento cuando se le satisface una perentoriedad: el obsequio de una galleta o un cigarrillo. Después son capaces de destriparte, denunciarte o, en el mejor de los casos, ignorarte. Tienen -como consecuencia de la política que se ejerce sobre ellos- el sentido de colectividad inhibido, cuando no totalmente anulado. De ahí que sea imposible un motín, una rebelión organizada contra los desmanes humanos y civiles que cometen cotidianamente las autoridades penitenciarias. Y es cuando -aplastados por esa trampa infernal- optan por la autoagresión física (se incendian, se acuchillan, se enceguecen, se mutilan) o van a la huelga de hambre como único modo de llamar la atención de las autoridades sobre ellos. Y ni con ello alcanzan un tratamiento más humano. El desmembramiento, la desarticulación, la atomización de la conciencia colectiva, el sentimiento de solidaridad entre iguales, son las armas más eficientes del sistema penitenciario cubano. Para los presos de conciencia esa ignorancia de los presos comunes es el mejor estado que puede alcanzarse. Conseguir que lo ignoren a uno es lo más acertado que se puede conseguir. Evita la cuerda floja de tanta volubilidad. La solidaridad humana cobra aquí un carácter aberrado. No se puede ser obsequioso ni tacaño en demasía. Hay que establecer, muy a tiempo, esa frontera infranqueable y reconocible de brindar cuando se considera apropiado y denegar cuando alguien desea aprovecharse de tu bondad. Es una coraza no muy cristiana, pero sí muy necesaria. La cárcel común es una agria lección que no deseo a nadie, aunque comprenda la necesidad -otra palabrita emputecida y categoría filosófica recontraexplicada- de su existencia para mantener un orden propicio para el buen desarrollo de la vida en sociedad. La cárcel política es un verdadero crimen, crimen mayor, de cualquier gobierno que la imponga. Someter a un opositor político a los rigores de un sistema penitenciario despiadado es cercenar el desarrollo político de la nación, es mutilar el derecho de todo hombre a pensar, a disentir, a soñar una sociedad mejor; es, en fin, un acto de terrorismo gubernamental con afanes de perpetuidad en el poder. Y si ese presidio político es como en Cuba, donde al reo de conciencia se le arroja -abandonado a su suerte, su fuerza y su inteligencia únicamente- dentro de toda catadura de delincuentes comunes, es doblemente criminal y terrorífico. El choque conceptual que puede producirse entre un preso común y un reo de conciencia tendría -y ha tenido- efectos catastróficos. Son dos sentidos de la existencia diametralmente opuestos. Por lo regular, el preso común se degrada moralmente, mientras que el preso político se fortalece y engrandece éticamente. La incomunicación entre ellos es prácticamente inmanente a ambas perspectivas personales, y la confrontación se torna inminente, y es donde el hombre de conciencia, de responsabilidad civil y pública se ve obligado a efectuar ciertas concesiones que eviten la conflagración, pero que a la vez pueden disminuirlo frente a la concepción primitiva del resto de la población penal común. Y si el preso político se deja arrastrar por esa enfermiza y errónea concepción de virilidad casi animal que caracteriza la hombradía -más bien machismo- cubana, podría incurrir en contravenciones que lastren su prestigio político. He ahí una trampa macabra que el preso de conciencia cubano tiene que sortear con valentía y honradez y sentido de la responsabilidad. Pero no es la única trapisonda a que somete el gobierno cubano a los presos políticos, porque de esa misma trampa nacen los efectos psicológicos que -de prolongarse el encierro- afectarían el sistema nervioso del condenado. ¿No te parece, Pucha, verdaderamente demoníaco el intento gubernamental de doblegar por este medio las conciencias adversas a sus intereses políticos? ¿De qué se trata, de verdadera batalla de ideas, o de abuso desmedido del poder para reprimir las ideas contrarias? Una verdadera batalla de ideas no encarcela las ideas opuestas, a lo sumo, debe tener por norma -ética y política- contrarrestarlas con eficiencia, inteligencia y verdadera tolerancia. El gobierno cubano no sólo expone el futuro de Cuba con su actitud delirantemente caprichosa, totalitarista y obsoleta, sino que lo compromete seriamente sometiendo a sus opositores a unos peligros donde pueden resultar dañados su integridad intelectual y física. No creas, amor, que te explico, que reflexiono sobre estos desenfrenos del gobierno cubano, por miedo. El miedo para mí es un sentimiento mezquino cuando se trata de temor a lo hombres. Mi único temor es frente a Dios. Pero realmente me aterra el futuro de Cuba. ¿A dónde quiere el gobierno cubano, ya abiertamente retrógrado llevar al pueblo cubano? ¿Puede la vanidad de un hombre sobreponerse a la voluntad de una nación de ser libre, próspera, estable, dichosa? ¿Seremos tan ciegos como para permitirnos seguir andando por un laberinto donde sólo nos aguarda el minotauro feroz de la pobreza, del aislamiento, de la degradación humana? No, Puchita mía, siento latir en mí toda la fuerza telúrica, abrasadora de mi nación, percibo la inminencia de la rebeldía total. Se salvará la patria. Al fin lograremos la libertad de poder ser nosotros mismos, con nuestras virtudes y defectos, nuestras santidades y malignidades, sin que un solo hombre pretenda prediseñarnos un alma común para todos, sin matices ni irregularidades naturales que nos hagan únicos, irrepetibles, diferentes en sí, verdaderamente humanos, dentro de la multiplicidad en que nos creó Dios. ¿Quién ha dicho de modo tan estrambóticamente maniqueo que el ser humano está concebido de una sola piedra y de la misma y exclusiva cantera? Vaya locura comunista, vaya demencia senil castrista, vaya disparate totalitarista. ¿Qué dirían de ello los dedos de esta mano con que escribo, si todos son diferentes, útiles, agraciados con diferentes funciones? El igualitarismo comunista es la locura más atrevida, la ley más antinatural de cuantas han ceñido y asolado la tierra. No más por hoy. Si no estuviera loco no te amara. Recuerdo ahora a Martí: "amor cuerdo no es amor". Soy un loco que sueña con la loca cordura de la libertad, tuyo, Yo XIV Cárcel de Aguadores, 15 de septiembre 2003 Sra. Yolanda Huerga Cedeño. Pucha querida: ¿Será Cuba sólo ese tráfago de tiranos, cada vez más crueles, herencia abrumadora que nos legara una metrópoli ferozmente absolutista cuando el "descubrimiento" de nuestra atribulada, dolida isla?; ¿será sólo esa ecléctica mixtura de razas bullangueras e irresponsables carentes de identidad propia y que, como famélicos perros vagabundos, siguen la primera mano que les lanza un hueso ya roído, o les da un silbido de pestilente y ajena ideología; ¿será acaso sólo el histrionismo payasesco tropical para turistas peseteros que arriban solamente tras las huellas de meretrices baratas, o ese mismo histrionismo con aires de solemnidad, que persiguen caudilluchos populistas y seudo mesiánicos que vienen a pavonearse junto a una historicidad decadente, porque, en el fondo sólo aspiran, como su ídolo, a perpetuarse en el poder? No puede ser. Poseemos también una herencia de fundadores hidalgos que fueron capaces de incendiar la ciudad donde nacieron ¡donde naciste! antes que rendirla al opresor; de padres adelantados capaces de enseñarnos a pensar, a ser nosotros mismos, de jóvenes altruistas y románticos capaces de inmolarse en la siempre sacrificial piedra de la Patria honrosa, de artistas eméritos que han ennoblecido nuestro espíritu con sus versos, sus arpegios, sus colores. ¿Por qué entonces esta timoratez que nos consume, por qué esta docilidad que nos mantiene con la cerviz a ras del suelo, por qué esta indecisión o indiferencia que nos carcome? ¿Alguna tiranía lo había logrado antes, y por tanto tiempo? Es, Pucha mía, que la tiranía actual es más sutil, sofisticada, sibilina, dúctil de jugadas, despiadada, inescrupulosa y cruel que todas las anteriores. Párvulos fueron Machado y Batista, niños caprichosos e ingenuos. Esta tiranía se estableció contaminada -diríase infectada- por el comunismo ruso -el mismo que infectó toda la Europa Oriental- con su carácter sátrapa y tenebroso. Tiranía totalitarista que crea en los súbditos el servilismo perruno y en los poderosos la prepotencia, la arrogancia y la impunidad, un totalitarismo que ha robado, con su pillaje enmascarado de ley, el honor, la libertad, la vida, sin dejar alternativa alguna a las víctimas que hemos sido, que somos. De la misma manera que Lenin, a la cabeza de los bolcheviques, abortó la revolución burguesa rusa, los barbudos enrojecidos, no por el sol caribeño, sino por la tóxica ponzoña de una ideología espuria, malograron la nuestra. ¿Qué pensarían hoy nuestros antecesores sacrificados en pos de decapitar la tiranía anterior, al sentirse colaboradores involuntarios de una nueva y más devastadora tiranía? ¿Cómo se comportarían hoy tus tías Blanquita, Yolanda y el dueño de Radio Angulo en Holguín, estaríamos a su altura, no resultaríamos opositorcitos políticos, casi ridículos ante ellos? Creo que estamos inmersos en el minuto glorioso. Si nos dejamos invadir por el miedo que corroe los huesos de los cubanos -como único amparo frente a la bestialidad gubernamental. Si permitimos que la incuria frente a las angustias de la nación que aplasta a los ciudadanos nos circule por la sangre, estaremos traicionando a Blanquita, a Yolanda, a Angulo, en última instancia a Mamaté. ¿Tuvo Blanquita temor al expulsar de su casa a generales y embajadores del poder cuando se sintió usada, manipulada, traicionada por ellos -preguntadle al general William Gálvez? ¿Por qué tendremos nosotros miedo de expulsar de la casa común -la nación- a quienes nos usan, degradan, manipulan y traicionan. ¿No te parecería más digno morir? Amor, no quisiera parecerte falsamente apostólico, o en el peor de los casos, pedante, pero ahora comprendo mucho mejor que la rebeldía no es privativa de la juventud. Desde mis cincuenta y dos años me siento inaugural para la lucha, imberbe para las utopías decorosas y verdaderamente fructíferas, mozo para los anhelos que borren las tinieblas. Carlos Manuel de Céspedes cuando se levantó en La Demajagua también sobrepasaba los cincuenta, ¿será que éramos, tanto él como tú, como yo, rebeldes desde la infancia? La cárcel no me ha doblegado, al contrario, me ha radicalizado aún más y clarificado mis ideas. Aquí la meditación y la reafirmación personal se tornan casi manías. Hoy conozco mejor, en más detalle, la rémora que significa para el desarrollo de Cuba el actual régimen. Un régimen que más que sistema de gobierno es una -poco valiosa por cierto- pieza de museo, un fósil vivo que se tambalea, trastabilla, se interpone al tránsito hacia un siglo nuevo, una existencia nueva a la que el mundo entero se ha insertado ya. ¿Qué momia anacrónica y vampiresca es ésta que nos estanca, descarría y deja exánimes mientras la felicidad se nos escabulle? ¿Permitiremos que nos desangre totalmente mientras el mundo se revive después de un siglo con dos guerras mundiales y una guerra fría donde estuvimos al borde del holocausto? Así no será. Estar vivo, aunque encarcelado, es luchar. El pueblo, también en la ergástula ya visible de la tiranía, también luchará. Las pulsaciones gubernamentales se están acelerando por días, la presión aumenta vertiginosamente, huele a cadáver, el infarto es inexorable. El viejo, desgastado, turbulento corazón de la dictadura -¿habrá sido proletaria alguna vez?- no resistirá el empuje de su propia sangre envenenada. Al fin entraremos al nuevo siglo como quien resucita y se escapa de una infecta, sórdida tumba. Haremos, para nuestros hijos, de esta fosa común que nos dieron por hogar durante casi medio siglo nuestros enterradores -disfrazados de redentores- un jardín exuberante, de lujuriante flora, de cantora fauna, donde la ortiga del totalitarismo no hallará espacio para germinar, ni la traidora serpiente del comunismo hallará madriguera. Pucha, no cejes en el empeño de ser mi voz, de ser mis ojos, mis oídos ante el mundo, porque como dijera el poeta Walt Whitman "cada partícula de mi cuerpo es tuya" y sin ti no me completo, no soy. Abracemos el amor, abrasemos el odio, más fuerte aún que hasta ahora. Creceremos. Tuyo, Yo.
Poema Manuel Vázquez Portal, condenado a 18 años de prisión Cuando impone el silencio su majestad sinfónica, el cielo entra a mi celda. Entonces no soy pobre ni estoy solo. La música esencial de planetas lejanos me enriquece y me puebla, soy el mundo creciendo en una ergástula: crezco hasta los perdones, me acerco más a Dios. Voy prodigando alivio a todas las afrentas e ignoro las traiciones. Quien allanó mi casa con oculto furor de bayonetas, quien difamó mi nombre con falsos argumentos y quienes me encarcelan tendrán como castigo sólo la oscuridad de todos los olvidos. No me son importantes los guardianes -torvos, hoscos esclavos de afanes superiores- ni las rejas detienen mi rauda ensoñación. La libertad, un pájaro inmortal que trina en la memoria, se eleva y me traslada, abrazo a mi mujer, acaricio a mis hijos y vuelvo a mi jergón de prisionero donde duermo otra vez como los santos. Han caído en la trampa de encerrar lo imposible.
Testimonio de Yolanda Huerga Cedeño, esposa del poeta, escritor y periodista independiente Manuel Vázquez Portal LA HABANA, abril 28 (cubanet.org) - Cuando el 19 de marzo de 2003, entre las 5:30 y 5:45 de la tarde abrí la puerta de mi casa a la policía política, supe que mi familia iba a ser cercenada y mi hijito de 9 años condenado a sufrir vejaciones. Esa tarde será inolvidable para nosotros, y sobre todo para nuestro hijo. Mi esposo, Manuel Vázquez Portal, y yo estábamos en el cuarto conversando cuando llamaron a la puerta. No fueron toques fuertes, más bien mesurados, lo que se contradice con el despliegue policiaco que hicieron al llegar al edificio los agentes de la Seguridad del Estado, según me contaron los vecinos. Muchos de ellos me comentaron que parecía que iban a capturar a Bin Laden: tres carros, dos motos. Catorce hombres subieron a mi apartamento con cámaras fotográficas, de video y otros artefactos propios e impropios de lo que se proponían realizar, todos vestidos de civil. El responsable del "operativo" me metió un papel por los ojos y terminó de empujar la puerta que yo sólo había abierto a medias. Me siguieron hasta el cuarto donde estaba Manuel y le mostraron la orden de registro. A partir de ese momento se dividieron en cuatro bandos, uno con Manuel en la habitación donde escribía, otro conmigo en el otro dormitorio, un grupo estaba en la sala con el jefe, quien se sentó a nuestra mesa a recopilar las "evidencias" y un último bando que entraba y salía de la casa sin cesar. Abajo había otro grupo más, en los alrededores del edificio, pero entonces yo no lo sabía. El niño estaba en ese momento en casa de un vecino y le pedí al "jefe" que me permitiera salir a decirle a éste que retuviera lo más posible al niño para que no estuviera presente en nuestra casa durante el registro. Ellos accedieron, recalcando que no eran monstruos y que no deseaban hacer daño a un niño. Me dejaron salir sin el carnet de identidad y así pude avisar a alguien quien se encargó de divulgar la noticia. Revisaban minuciosamente, con verdadera habilidad, mueble por mueble, gaveta por gaveta; hojeaban los libros, escudriñaban entre la ropa, leían los papeles, miraban las fotografías y hasta opinaron sobre la fotografía de la cubierta del libro de Alexis Díaz Pimienta "Prisionero del agua". Nuestro hijo llegó por fin al cabo de cuatro horas, pues el vecino no pudo entretenerlo más tiempo. El niño miraba con ojos aterrorizados lo que estaba pasando en su casa, no entendía y preguntaba qué hacían esos hombres. Manuel y yo tratábamos de consolarlo y de darle alguna explicación. Se acurrucó en los brazos de su padre temblando como una hoja. Cuando vio los pasaportes le preguntó a Manuel "Papá, ¿y eso?" Y éste le respondió: "Esos son los pasaportes que ya no podremos usar". Alrededor de las 10 de la noche terminaron de husmear en nuestro hogar y se llevaron a Manuel. Al despedirse el niño le preguntó dónde iba. "Voy a dar una vuelta con estos señores, cuida mucho a mamá y pórtate bien que volveré". Ya se iba con su bolsa de aseo para que supiéramos que sería un largo paseo. Días después mi hijo me decía: "Definitivamente debí irme con mi papá para que volviera más rápido". Yo me quedé desgarrada, pero no lloré. Estaba como aturdida, como si hubiera perdido la capacidad de razonar. Todavía no era el tiempo de pensar en nuestros sueños rotos, en mi hombre preso en una celda, en la mirada triste del niño. No era el tiempo de saber, como el poeta, que "a este tiempo llamarán antiguo", y que un día no muy lejano podremos estar de nuevo unidos los tres jugando a la dama en peligro y mi hijo me rescata montado en la espalda de su padre. Sé que Dios nos juntará nuevamente, pero entretanto debemos transitar un camino que dejará cicatrices profundas en nuestras vidas. Unos buenos amigos vinieron a mi casa esa noche, trataron de consolarme y luego me dejaron con mi niño dormido entre los brazos. Al otro día comenzábamos, la hermana de Manuel y yo, el peregrinaje de un lado a otro, que hace un mes iniciamos las esposas y familiares de los opositores y periodistas independientes presos. Primero Villa Marista, la sede de la policía política en La Habana, donde no permiten pararse ni en la acerca de enfrente, te revisan la cartera antes de entrar al edificio. Luego por alguna razón que desconocemos, ya dentro del local, nos pasaron un aparatico por el cuerpo, supongo un detector de metales. Luego nos atendió un oficial, quien nos dijo que mi esposo estaba sujeto a proceso de instrucción y a lo mejor para el próximo miércoles (en una semana) veríamos al instructor. Esto no sucedió hasta después de celebrarse el juicio en que Manuel fue sentenciado a 18 años de prisión. Durante cuatro miércoles hemos esperado 2 ó 3 horas en la antesala de la Seguridad del Estado, los 10 minutos que nos concedería, según su estado de ánimo, el oficial encargado de atendernos. La primera visita fue de sólo 5 minutos a pesar de explicarles que al otro día debíamos dar respuesta, Manuel y yo de si se le realizaba a nuestro hijo una operación quirúrgica muy delicada. El viernes 28 de abril nos citaron a Villa Marista. Allí, después del mediodía, nos atendió, a mis cuñadas y a mí, un coronel que no se presentó, pero nos dijo que debíamos nombrar un abogado, pues Manuel sería encausado. Al indagar sobre el delito me respondió: "será juzgado por la Ley 88". Yo insistí "¿pero qué artículos" "No se preocupe, ya se lo dirá el abogado", ripostó. Durante el fin de semana, correteamos La Habana, mi cuñada Xiomara y yo y, por fin, el lunes 31 pudimos hacer el contrato con la abogada Amelia Rodríguez, del bufete colectivo de Carlos III. Al otro día, martes 1 de abril, por la tarde me llamó Xiomara a mi casa en Alamar para decirme que la abogada había sufrido, de pronto, una hipertensión arterial y había renunciado al caso. Desesperada, busqué un teléfono para llamar a alguien que me orientara, fui a ver a una vecina y se negó rotundamente a prestarme el teléfono. Tenía miedo. El miércoles 2 el bufete colectivo pasó el caso a otro abogado, Antonio Lorenzo Hernández, quien, según él mismo nos manifestó, atendía asuntos laborales, y a las 5 de la tarde de ese día nos encontramos con el futuro defensor de mi esposo. Le pregunté al abogado si él podría ver el jueves a Manuel, pues ya sabíamos que el juicio sería el viernes 4. Me respondió que no, pues tenía otra vista, pero que seguramente lo vería momentos antes del juicio. Así mismo fue, momentos antes del comienzo de la vista, pudo presentarse a Manuel. Así llegamos al 4 de abril de 2003, fecha en que Manuel y otros tres acusados fueron juzgados. Ese día Xiomara y yo nos levantamos muy temprano y alrededor de las 6:30 A.M. llegamos al tribunal de 100 y 33, donde se celebraría la vista. En la calle de entrada al edificio había un carro patrullero. Nosotras cogimos por la acera de enfrente y, encomendándonos sólo a Dios, entramos hasta el portal del Tribunal. Ya había, a esa hora, muchos hombres vestidos de civil pero con walkie-talkies. Después fueron llegando más policías, oficiales del MININT y algunos que supuse serían agentes de la Seguridad. También llegó un teniente coronel, que me pareció que era el que daba las órdenes afuera. Desde donde estábamos sentadas se veía, en el paseo de la calle 100, a un grupo de personas que supongo era el resto de los familiares de los acusados. Recuerdo que uno de los oficiales le preguntó a otro quiénes éramos nosotras y el aludido respondió bajando la voz: "familiares" Me dio la impresión de que no estábamos en el lugar adecuado. Sentadas desde nuestro banco en el pórtico del Tribunal, vimos traer a los prisioneros, cada uno en un carro de policía custodiado por dos guardias y el chófer. Venían esposados como criminales de alta peligrosidad. Desde allí pude enviar un beso a Manuel que me respondió con una sonrisa. El juicio debía comenzar a las 8:30 A.M. pero debido a que los abogados llegaron atrasados (¡estos camellos!) empezó mucho más tarde. A la sala donde se celebró, nos entraron primero a los familiares, madres, esposas, hijos, hermanas y hermanos y después llegaron unos grupos de personas que no conocíamos y se llenaron los bancos. Yo me alarmé porque sabía que otras dos hermanas de Manuel venían en camino desde Morón para presenciar el juicio y salí a decirle al acomodador de las personas de la sala que faltaban dos familiares de mi esposo. Primero interpelé a un joven alto con walkie-talkie, me miró con cara de pocos amigos y me preguntó: "¿Pero ellas están en la lista?" Yo me sorprendí y le pregunté a mi vez: "¿Qué lista?" Entonces no me respondió y me indicó: "Vaya a ver a ese compañero". Es decir, al acomodador. Fui diligente a éste y le expliqué lo que quería y me tranquilizó diciéndome que no habría problemas con mis cuñadas. Así fue. Con la entrada de los abogados comenzó el juicio. En el caso particular de Manuel, yo salí esperanzadísima del juicio, me sentía orgullosa por su valentía y firmeza, pues no se dejó amedrentar por el fiscal. El instructor, teniente coronel Roberto, al igual que el fiscal dijo que eran apátridas, serviles, etc., pero a mi modo de ver no parecía que tuviera tantas "evidencias", porque hasta el agente Miguel (cría cuervos que te sacarán los Orrios) no había podido aportar mucho. Eso era lo que pensaba yo, 40 años oyendo hablar de justicia me dieron esa falsa esperanza allá en el fondo de mi subconsciente. Me quedé de una pieza cuando tres días más tarde en el Tribunal Provincial, después de una larga espera, me entregaron la sentencia de 18 años de prisión para Manuel. Todo este tiempo hemos vivido en un marasmo de gestiones infructuosas. Nosotras, las esposas, nos juntamos como ovejas para hablar de nuestros maridos, andamos en pequeños grupos para defendernos del terror, dudamos de todo y de todos pero una fuerza más poderosa que nosotros mismas nos empuja y nos alienta a seguir adelante, a pesar del miedo; una fuerza que no pueden encarcelar: el amor. Pasamos largas horas esperando en la recepción de Villa Marista, largas horas en los bufetes, en el tribunal, y horas también largas consolándonos unas a otras, asegurándonos que sucederá un milagro y pronto estaremos de nuevo abrazando a nuestros esposos, contándole que fue también la nuestra una horrible pesadilla y ya abrigadas por sus brazos de hombres grandes aliviar tanto dolor y rabia. Unos días después de la detención de su padre, el niño se echó a llorar de repente, lo calmé como pude y le dije: "¿Qué es lo que te dijo siempre mamá de papá? ¿Por qué debes estar orgulloso? Y él me contestó con la voz quebrada y muy bajito, bajito me dijo: "Porque es un héroe". Había llegado el momento que tanto temí a lo largo de 9 años. Después que Manuel dejó la prensa oficial y comenzó a desempeñarse como periodista independiente yo vivía en una continua zozobra. Cada vez que tocaban a la puerta, pensaba que serían agentes de la Seguridad para amenazarlo con la cárcel; si Manuel demoraba algo más de lo acostumbrado para regresar a casa, yo sufría. Cuando, por las mañanas, marchaba a hacer su trabajo, lo despedía con un beso y lo seguía con la vista pensando que mis ojos podrían protegerlo y defenderlo de los que lo acechaban. Pero lo más doloroso era la contradicción en la formación del niño. Por un lado la escuela, donde como a todos lo atosigaban con consignas políticas que, afortunadamente, no entienden a derechas. Por otro lado, su padre luchando con la palabra escrita para mejor la sociedad en que vivimos. La maestra del niño me contó que algunas maestras habían expresado la duda de si el niño estaba imbuido de las ideas de su padre, lo cual ella negó. Me alegro por esa maestra comunista que me lo protegió lo que pudo contra la perfidia de otros. Otra vez, un vecino le dijo a mi niñito: tu papá escribe contra Cuba. Gabriel no quería bajar a jugar, estaba apenado. Yo le dije: "Tu papá no escribe contra Cuba, escribe contra el gobierno de Fidel Castro, díselo así". Y mi hijo me respondió: "Mamá, decir eso es peor". Esto nunca se lo conté a Manuel. Ante mis continuos ruegos, Manuel decidió solicitar refugio político en los E.U., el cual le fue concedido el 24 de octubre de 2000, pero el 28 de noviembre de ese mismo año nos llegó a nuestro hijo y a mí el permiso de salida de Cuba, no así el de Manuel, que le fue retenido hasta el 18 de octubre de 2002 cuando los vuelos de refugiados estaban suspendidos. Así, esperando, nos sorprendió este golpe esa tarde del 19 de marzo de 2003. DESDE LA CÁRCEL: Diario de prisión Manuel Vázquez Portal, condenado a 18 años de prisión. Cárcel de Boniato, Santiago de Cuba. 19 de marzo: Registro de la casa y arresto. 4 de abril: Juicio sumarísimo. Sin conocer ni hablar con mi abogado defensor. 24 de abril: Salida de Villa Marista para cárcel de Boniato. 25 de abril (Madrugada): Llegada a cárcel de Boniato. Ubicados en celdas de aislamiento. Celda 30. Retrete tupido. No agua. Colchón en el suelo, sucio. 25 de abril (Tarde): Traslado celda 31. Retrete. Agua. La celda se inunda todos los días con las aguas residuales del pasillo. Presión arterial alta. Me llevan al hospital con grilletes en los pies y esposas en las manos. Colchón de guata, sucio, roto, viejo, duro. 27 de abril: Llueve fuerte. Descubro goteras en el techo de la celda. Abundante. 28 de abril: Permanezco celda de aislamiento. Me rapan la cabeza y la cara. Luego me afeito. La comida, como todos los días, indescriptible. Nos sacan juntos al sol. (Normando Hernández, Próspero Gainza y yo). Nos tomaron huellas dactilares. 30 de abril: Visita. Yoly, Xiomy. 30 minutos. No nos permiten privacidad. 5 de mayo: Hoy ingresan a mi hijo Gabriel para operación. Los días pasan lentos. Leo mucho. 8 de mayo: Sobre el muro de más de ocho metros presencio un acto terrible. Los hermanos Agustín y Jorge Cervantes se amotinan gritando consignas contra el gobierno. La guarnición no logra bajarlos. Envían a reclusos que los derriban del muro por la fuerza. Deben haberse golpeado fuertemente. No supe nada más del hecho. 12 de mayo: Fotos, huellas otra vez. 14 de mayo: El jefe de la prisión, acompañado del jefe de Reeducación y el jefe del pabellón donde nos hallamos nos informan que, por mandato de la nación, se nos mantendrá en régimen de mayor severidad (primera fase). Nos dan el calendario de visitas, jabas y licencia matrimonial, que es como sigue: VISITAS: Mayo 31, Agosto 30, Noviembre 29. JABAS: Junio 30, Octubre 30. LICENCIA MATRIMONIAL: Junio 18, Noviembre 17. 15 de mayo: Análisis de VIH y serología. Jeringuillas no desechables. 15 de mayo (Tarde): Visita de un teniente coronel de Villa Marista acompañado de un mayor de la Seguridad en Santiago de Cuba, además de Arrate (quien nos "atiende" por la Seguridad en el penal). Discusión fea. Se quejan de mi esposa y tratan de amenazarme. El teniente coronel me llamó mentiroso. Le respondí que yo no trabajaba en Granma. 16 de mayo: Presión alta 100/150. Me inyectan furosemida. Aún sin acceso a ninguna prensa. No acceso a televisión. La comida sigue infernal. No me han cambiado de colchón a pesar de que se lo he solicitado a todos los jefes en reiteradas ocasiones. Pusieron teléfonos de tarjetas magnéticas en el pabellón donde estamos. 17 de mayo: Seguimos en celdas de aislamiento y en mayor severidad. Los fines de semana no nos dan sol. Presión arterial normal. 19 de mayo: En tres ocasiones hablé con los jefes para que me permitieran llamar por teléfono para saber sobre la operación de mi hijo Gabriel. No me lo permitieron a pesar de que todos me lo prometieron. No acepté la comida (cena). Nos sacaron al patio por separado. Normando con un condenado a cadena perpetua; Edel y Juan Carlos; Villarreal y Nelson; Próspero y yo. Dicen que es una orden de arriba. 20 de mayo (101 aniversario de la independencia de Cuba): No acepté el desayuno. Salí al patio. Alerté a mis compañeros sobre la llamada a mi familia. No acepté los medicamentos (Vitamina C y E). No acepté el almuerzo. Inmediatamente "el reeducador" Sabino me llamó a su oficina. Me dijo que había hablado con mi hermana Xiomara y que la operación del niño se había pospuesto para junio. No sé la razón. Después hablamos, supuestamente, sobre política, durante 2 ½ horas. Es una lástima su adoctrinamiento. No parece un mal hombre. A eso de las 5 de la tarde cayó un lindo, plácido, plateado aguacero (el primero de mayo aquí en Boniato; saqué las manos por los barrotes para mojarme). Era como si la naturaleza, con una hermenéutica sencillísima, estuviera saludando el 101 aniversario de la proclamación de la República y a la vez llorara por su encarcelamiento durante 44 años. Me acordé de la ferretería del abuelo de mi esposa, intervenida por el gobierno de Castro; se llamaba El 20 de Mayo. Normando me regaló unos caramelos. Pensaba escribir algunas crónicas sobre la cárcel, pero es mejor el diario. 21 de mayo: Me siento más tranquilo. Saber que Gabriel y el resto de mi familia está bien me reconforta. Ya logré que la celda no se inunde. Enrollé dos jabas plásticas y las puse entre el piso y la reja. A veces entra agua, pero poca. Con el aguacero de ayer tuve algunas goteras. No me han cambiado la colchoneta. Tengo el cuerpo molido. Casi no duermo. Pero no me quejaré. Cuando vaya a tomar una decisión será definitiva. La comida sigue infernal. Hoy nos entrevistó una psicóloga. La pobre es de manualitos y además algo presuntuosa ¡provinciana! Nos sometió a un test elementalísimo. Me pidió que dibujara una persona de cada sexo. Le hice unos garabaticos infantiles. Quiso realizarme un perfil de personalidad de frases que yo debía asociar con lo primero que se me ocurriera. Me divertí mucho. Le fabriqué oraciones a modo de sentencias o proverbios filosóficos (pseudofilosóficos, quiero decir), y aunque fui sincero también fui un poco burlón. Tendrán que resucitar a Sigmund Freud, o por lo menos a Pavlov. Ella también es de los robotitos del MININT -teniente. Si no saben cómo pensar con cabeza propia, no sé qué pueden llegar a saber -averiguar- de las ajenas. No sé qué pensaría de ella el Dr. Rafael Aviza o el Dr. Licea, con los que alguna vez hablé de estos temas. Tienen un pensamiento estático debido al adoctrinamiento y el temor. Son incapaces de un análisis que se aparte de lo que ellos creen verdades inamovibles y refrendadas por el pobre poder que los protege y ostentan. Se pasan de aristotélicos. La mayéutica para ellos nunca existió, y hasta tienen una eurística particular. Fuera de sus significados son incapaces de ver atrás. Me divertiré mucho en el futuro. La burla sagaz es ahora mi única arma. Ya les conozco la pata coja: quieren parecer cultos a mi vista. No saben en el embrollo en que se han metido, aunque no los subestimo, creo que será gracioso. Impostan como nadie puede imaginarse. Tengo pocas noticias: seguimos sin acceso a la prensa, nada de radio, nada de televisión. Nada de nada. Me voy acostumbrando. Leo casi todo el día. Por las noches es imposible. No hay luz en la celda. "La Guerra y la Paz" me sigue pareciendo una novela monumental. "Bomarzo" volvió a gustarme. Leí "El Perfume" y me pareció bien. Me morí de la risa con "Juegos para mortales" y "El corazón de la serpiente". Son cuentos de ciencia ficción de cuando los soviéticos creían en la ficción de globalizar el comunismo. No he leído nada más simpático en mi vida. La historia acabó con esos escritores. ¡Pobrecitos! ¿Quién pensaría que les ocurriría tan rápido? Leo mucho la Biblia, una en muy mal estado que me prestaron. Me estoy leyendo ahora a "Harry Potter y la piedra filosofal". Es una lástima que ya haya visto las películas. Me leí también un libro muy interesante sobre la visión cristiana del origen del Universo y el hombre, "Existe un creador que se preocupa por nosotros". Aunque está dirigido a los Testigos de Jehová me interesó mucho. Aprendí cosas que son buenas también para los católicos. En fin, he leído más cosas, pero no estoy haciendo un inventario. Por las tardes antes de bañarme hago ejercicios. A pesar de la mala alimentación me mantengo en forma. Me he quemado mucho con el sol. Llevan casi una semana sacándome al patio a pleno mediodía, entre los ultravioletas y los infrarrojos me provocarán cáncer en la piel o terminaré "color santiago de cuba". Estoy excretando como los lactantes ¡y gracias a Dios que mi familia me trajo leche, si no hubiera muerto de hambre! Mi familia también tuvo que traerme sábanas, frazada, toalla, dentífrico, mosquitero, etc. Aquí avituallan a los presos sólo con unos shorts y una camisa sin mangas ni cuello. Tenía razón Miguel Hernández cuando invocó al Dante y escribió en su celda: "Dejad toda esperanza", y eso que fue bajo Franco. Si lo coge el de aquí no hubiera podido escribir ni "La nana de las cebollas" antes de morir de tuberculosis. Pero no todo es malo. Por la noche veo las estrellas entre los barrotes, aunque me paso el día también viendo las estrellas. Me acuerdo mucho de César Vallejo cuando en una cárcel del Perú escribió "Trilce". Aquí tampoco la algazara deja testar, y uno también se pone los húmeros a la mala. Lo mejor de todo es cuando nuestros carceleros nos prestan el sol por una hora y vemos algunos pájaros en pleno vuelo. No acepté la comida. ¡Puaff! Infame. Los cerdos vomitarían. 22 de mayo: Muy interesante: salimos al sol, hoy me sacaron con Edel García. Me he vuelto su psicoterapeuta particular. No acepté el almuerzo. ¡Puaff! Otra vez. Normando Hernández no sale de una diarrea para empezar con otra. Próspero Gainza y Antonio Villarreal se mantienen fuertes. Con Nelson Aguiar no he podido hablar. No hemos coincidido en el patio con Juan Carlos Herrera el guantanamero -si Joseíto Fernández lo conociera le haría otra canción. No he podido conversar más que por las rejas que dan al patio. Es un tipo divertido. ¿Cómo estarán los otros 68 que andan desperdigados por las cárceles cubanas? Algo sabré cuando tenga visita de mis familiares. Los presos, aunque no tenemos contacto con ellos, son solidarios y atacan al sistema más que nosotros. Nosotros hemos optado por dejar que el mundo nos defienda. Bajo la presión de la cárcel casi todo es imposible, aunque algo siempre se podrá hacer. Los guardias se mantienen respetuosos. Son pobre gente que recibe órdenes y percibo que están como asustados. Ya descubrí la manera de sofocar un poco la peste que brota del retrete, con un pomo plástico que contenía aceite. Lo llené de agua y lo introduje en el aguacero nauseabundo; el diámetro del hueco es igual al del pomo. ¡Qué alivio! Descansa un poco la nariz, aunque hay ciertos horarios que ni mi inusitado "tapón de retrete" protege de la vaharada asqueante. ¿Qué dirían los eximios (no tiene nada que ver con los monos) "colegas" de la Mesa Redonda si descubrieran en EE.UU. una cárcel con estas magníficas condiciones higiénico-sanitarias? No olvidar que esta cárcel tiene más de 60 años de construida. Por aquí han pasado Fidel Castro, Indamiro Restano y yo. De milagro no se ha hundido sin dejar huellas en el Valle de Puerto Boniato. No acepté la comida (cena). ¡Recontrapuaff! Se me acabaron los libros. Menos mal que tengo la Biblia que me prestaron y que el "tapón de retrete" le impide a las ratas sus paseos por mi celda. 23 de mayo: Salí al patio. Tomé mis vitaminas. Normando volvió a regalarme caramelos. El capitán ¿Vázquez? está preocupado porque no quiero aceptar la comida. Le dije que era muy mala. Me dijo que hiciera el esfuerzo. Le dije que me asqueaba, que hablara para que la mejoraran. Me quiso explicar las condiciones en que estaba el país. Le dije que yo estaba preso precisamente porque quería mejorar las condiciones del país. El problema, por la ¿alimentación? puede agravarse entre él y yo. No estoy dispuesto ni mi estómago preparado para semejante sancocho. No acepté el almuerzo. No olvidar la descripción que hice sobre lo que ellos llaman alimentos. No es de extrañarse; si en la calle, supuestamente en libertad, le zumba, ¿qué se puede esperar aquí adentro? Por la tarde "reforzaron" la comida. Acepté el pan -ya lo describí- y un pedacito de pollo ¡Aplausos: dieron agua fría! ¿Por qué no lo harán todos los días y nos obligan a beber la de la llave? Dieron hoy un poco de zambumbia -diz que café. He pensado en las represalias cuando se publiquen estas páginas. Estoy preparado. Si por el simple hecho de oficiar el periodismo me condenaron a 18 años de privación de libertad, ya nada puede ser más injusto y desmesurado. He visto con asombro la expulsión de los "diplomáticos" cubanos de E.U. Parece que no quisieron seguir el ejemplo de Castro encarcelando a los opositores y periodistas. Cualquiera diría que allá hay espacio para los que opinan y escriben diferente. 24 de mayo (Sábado, sin sol): Día gris y húmedo. Anoche llovió. Terminé de leer "Hasta que la muerte nos separe", de John Dickson Carr. Desde la cárcel: Breve descripción Manuel Vázquez Portal, condenado a 18 años de prisión CARCEL DE BONIATO Santiago de Cuba, junio (www.cubanet.org) La celda (No. 31) tiene un espacio de aproximadamente metro y medio de ancho por 3 metros de largo. Puerta de barrotes semitapiada con una plancha de acero. Una ventana de barrotes que mira a la parte Este del edificio. Entran por ella el sol, la lluvia y los insectos. Una litera fabricada con cabilla corrugada, un tablón de bagazo prensado y un colchón de guata dura, sucia y vieja. El retrete es una taza turca, sin sifa que regurgita la fetidez las 24 horas. Ahí mismo, en la parte superior, una llave de agua para lavarse y beber. No mesa, no silla, no estante para los objetos personales. No sábana, no almohada, no mosquitero, no frazada. No radio, no televisión, no prensa, no libros. No cubiertos, no vaso o jarro. Todo plástico y traído por los familiares. No toalla. Violan la privacidad de la correspondencia. La celda se inunda todos los días con las aguas residuales del pasillo. El techo desconchado tiene filtraciones y cuando llueve gotea abundantemente. El edificio está rodeado por un muro de entre 8 y 9 metros de altura. A esta parte del penal le llaman "Boniatico"; es la sección dedicada a mayor severidad. Aquí están los condenados a cadena perpetua y pena capital, hay también algunos "sidosos". Como el edificio tiene más de 60 años de construido abundan las alimañas, todo un zoológico: ratas, cucarachas, alacranes, hormigas de varios tipos, moscas, mosquitos. Nos sacan separados al patio una hora al día. Nos quitan las esposas en el patio y nos las vuelven a poner para regresar a la celda. También para recibir los medicamentos nos llevan esposados. Los sábados y domingos no brindan patio. Pasamos casi 60 horas sin salir de las celdas. Las comidas son cuasi indescriptibles. Un esfuerzo de la imaginación y la investigación: Desayuno: pan (no he podido adivinar con qué lo fabrican) y chorote, una aportación lingüística y culinaria. Esto es harina de maíz tostada y luego cocinada con abundante agua y azúcar. Ninguna de las dos cosas las como. Almuerzos: sopa (agua, harina de trigo y alguna hierba irreconocible). Arroz o harina de maíz o coditos, en cada caso sin grasa ni otros aditamentos. Estos se alternan los días de la semana alguna que otra vez con picadillo de soya raras veces -o "sexo de vaca" (los presos lo nombran más groseramente), que consiste en una pasta blanca -una especie de engrudo- hecha a partir de harina de trigo y sustancias irreconocibles. Una o dos veces al mes dan una llamada comida especial: un trocito de pollo, arroz, alguna vianda -plátano burro-, y zambumbia, aunque le llaman café. Las cenas: lo mismo pero en el horario de la tarde. Del resto del penal sólo he podido ver las alambradas, los fosos, las garitas de guardias cuando me han llevado al hospital para tomarme la presión arterial en dos ocasiones. Los guardias nos tratan respetuosamente porque nosotros hacemos lo mismo con ellos. Sólo a Juan Carlos Herrera, el de Guantánamo, lo golpearon muy fuerte en un ojo y lo conocí a través de la ventana que da al patio -solarium- con la cara inflamada y amoratada.

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