Yo soy un ser muy romántico, hijo de la poesía y la vida y como todos los Aries disfruto de la conquista y el fuego, de las doctrinas equivocadas, de las conversaciones prohibidas. Disfruto de las relaciones, de sus sudores y palabras, de ese eco que retumba desde el silencio y se apodera de nuestros pasos creando, como es lógico, el retumbar de aquella bandada de pájaros rojos que por culpa del invierno: emigran, llevándose tu última nostalgia, tu rasgada ilusión de reír aquellas palabras que jamás deben salir de mis labios y que, por voluntad de mi alma, repito y repito, para convertir ese invierno malogrado, para ganarle a la nieve su color para tus ojos.
Como todo buen Caballo disfruto caminar desde y hacia tu cuerpo, apoderarme de tus nostalgias, saborearlas como si fueran tus caricias. Me fascina beber una botella de tus conversaciones, sentir como llegas desde mi espalda para cubrir mis ojos con tus manos, sentir tu respiración, sentir tus infantiles palabras preguntándome quién soy y caes en la cuenta de que eres esa princesa insólita que tantas veces he dibujado, no caes en la cuenta que soy tu creador y no me llamo Dios, que soy tu ego, tus deseos y que lo que más deseo en estos momentos es oír una canción que ya pasó de moda y devolverme a mis recuerdos como si fuera presente y sonreírte y escapar hacia la alcoba detrás de un beso, largo y prolongado.
Como hijo de Shangó yo soy, lo reconozco, un poco loco, me gusta ver como caes desde la lluvia y llegar hasta mi, toda cubierta de hojas, con ese olor penetrante a humedad que tanto me incita, que tantos deseos prohibidos me provoca. Lo digo y no me arrepiento: me gusta, como a casi todos los humanos, el sexo, me gusta disfrutar el intercambio de palabras directas, el contacto de los deseos, la mezcla de sensaciones, el deseo continuo, las conversaciones prohibidas que casi todos evaden con la secreta ilusión de retomarlas, me gusta el silencio, me gustan los susurros, me llama poderosamente la atención los lunares, sobre todos aquellos que al besarlos comienzan a narrar sus historias, las fotos simples, las mismas donde posas desnuda para mí y vestida para los ojos ajenos, me gusta tu belleza, me gusta tu desnudez, siempre me recuerda que estoy vivo, por eso cuando estas desnuda ante mis manos aprovecho para recorrer sus misterios con piropos y besos, con mis masajes y caricias y salir corriendo desnudo por la playa, me gustan los desnudos, me gustan los poemas que me provocan besos sensuales, me gusta el mar, sus misterios y su constante melodía, su paz, la arena, me gusta escribir sobre tus sonrojos, me gusta prepararte la cena, ver tu rostro de asombro cuando la ves, es que no acabas de entender que es un juego sensual y maravilloso que revuelve nuestros deseos, por eso mientras disfrutas de la cena me gusta quedarme tranquilo observándote desde la distancia, soñar, soñarte, porque siempre que regreso a tus manos aparece con más fuerza el amor.
En fin, como hijo de este mundo me gusta tenerte a mi lado porque eres mi amante de las noches prohibidas, eres mi confidente a falta de un altar, porque eres una amiga con quien conversar sobre temas prohibidos, sobre temas tabúes, porque eres tan sincera que me provocas hasta el infinito, porque eres la eterna amante de todo lo hermoso, la misma que comparte mi vida hasta que la muerte venga con mis últimas palabras para tu rostro.
0 comentarios:
Publicar un comentario