Soy como una piedra redonda colocada
sobre otras piedras que esperan
que conversan sobre aquella soledad
disimulada, sorprendida
y ahí me quedo tranquilo
respirando aquellas esporas
que tanto necesitan mis palabras
las mismas que provocan una tormenta
sobre el lago gris azulado
donde pasamos los fines de semana
donde descubrimos ese universo tímido
el mismo adonde nos quiere enviar
nuestro destino, nuestra ilusión
y es que tienes esa sonrisa
tatuada en tu felicidad
y no puedo más que sorprenderme
no puedo más que regresar
a ese abrazo sorprendente
que recibí la noche pasada
y te preguntarás
por qué la noche pasada
si esa noche ocurrió hace
muchos siglos atrás
pero es tan simple el deseo
que retorna cada noche
convirtiendo los sueños
en realidades perpetuas
y estás ahí
parada y silenciosa
y nuevamente tu sonrisa
comienza a dibujarse
desde su tatuaje imaginario
y salimos a caminar
en busca de ese futuro sin espacio
en busca de esa fórmula matemática
donde los martirios no son esa bebida
loca de nuestros aniversarios
y llegamos
nos tomamos de la mano
regresamos la mirada a ese pasado
tan lejano como las hojas
del otoño anterior
y nos burlamos del camino
desandado
de ese camino que nunca estuvo trazado
porque nuestra felicidad debió borrarlo
de ese camino por donde nadie
ha sabido regresar
o no han querido hacerlo
para qué retomar el pasado
si somos ese fragmento exacto
del rompecabezas
si somos esa gota minúscula
que desborda el vino en la copa
somos la eternidad
que más podemos desear
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