(Breve historia de la religión más importante que existe en Cuba)
Soy, y lo reconozco un amante de la religión Yoruba, un creyente, un hijo de Shangó que quiere expresar a través de esta breve reseña histórica mi más profundo respeto a la religión que pofeso. Cada quien tiene una religión que adorar, cada quien siente una motivación hacia la tendencia política que desee y eso se llama libertad, eso se llama respeto, sobre todo si al creer en tu religión, al profesar tu creencia política no imponemos nuestra voluntad en las demás personas afectando sus vidas. Eso se llama democracia, respeto por las libertades individuales de los seres humanos y esa es la causa más importante por la que lucho, por la que me enfrento a la tiranía que gobierna en mi país, porque quiero que un día, y sé que no está muy lejano, mi país tenga una verdadera democracía.
Si les gusta el tema de la religión Yoruba los invito a ver una página sobre este tema y en la cual me encuentro trabajando en mis ratos libres, debo aclarar que no está totalmente terminada pero de todas formas los invito a que profundicen sus conocimientos sobre la religión afro-cubana.
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Otras versiones del mito hablan de que Oduduwá fue enviado abajo por Olodumare, el Creador, para darles vida a los primeros seres humanos a partir del suelo arcilloso de Ilė-Ifę. Odudua es también el nombre de una importante diosa de la Tierra, la esposa de Obatalá, y algunos académicos señalan una conexión entre el fundador semimitológico de las tradiciones monárquicas de Ifẹ, Oyo, y Benín, así como de la antigua deidad femenina. El nombre de Oduduwá significa: ‘aquel [o/ohun] que creó el conocimiento [odu] del carácter [iwa] o o dudu, o l'ewa/o n'iwa: ‘él es negro y hermoso o de buenos modales’, haciendo referencia al papel supremo de la figura en establecer la filosofía yoruba y la negrura, ya sea mítica o históricamente. Los yorubas son siempre aludidos como los «iorubá, omo Oduduwá [O’oduá]» (‘yoruba, hijos de Oduduwá’).
El nombre también guarda conexión con la literatura del sistema de adivinación geomántica yoruba, Ifá. Los últimos capítulos rememorados y cantados por los consultantes de adivinación (babalawo) durante una sesión ifa, reciben el nombre de odu.
Oduduwá fue el fundador de Ile-Ife. Fue enviado desde los cielos por Olodumare para establecer la Tierra y crear a sus habitantes, luego de que otro pastor de Olodumare, Obatalá, fallara en el intento. A tal efecto, Oduduwá recibió un gallo y un saco de arena, ya que la tierra se hallaba cubierta de agua en aquel entonces. Mientras descendía desde los cielos, el gallo que iba con él se escapó y comenzó a volar, por lo que en su intento por atraparlo, dejó caer el saco de arena. Ésta comenzó a bajar hacia el agua. En su descenso, Oduduwá se dio cuenta de que la arena había formado una pequeña "colina", emergiendo desde las aguas, y que el gallo se había posicionado sobre ella expandiendo la arena con sus patas. En consecuencia, la tierra siguió extendiéndose hasta formar el suelo de la tierra. Luego, llamó a ese montón Ile n'fe, la tierra se estaba extendiendo, y de ahí el nombre de Ile-Ife, el pueblo ancestral de la humanidad y de los yoruba. Obatalá bajó más adelante junto a los otros y creó a los humanos.
La ciudad de Ile Ife, habitada por los yoruba en el siglo IV a. C.,[cita requerida] se convirtió en el centro cultural de la población. Hacia el año 900, la ciudad-estado yoruba de Ile Ife se autoproclamó como una potencia dominante en las tierras de los yoruba (centro y suroeste de Nigeria, Benín y Togo, aunque existían estados complejos a lo largo de la región. En teoría, las ciudades-estado yorubas reconocían ampliamente la primacía de la antigua ciudad de Ile Ife. El imperio sureste de Benín, reinó mediante una dinastía que remontaba sus orígenes a Ifẹ y Oduduwá, pero vastamente poblada por los Ẹdo y otras etnias relacionadas, también mantuvo una influencia considerable en la elección de nobles y reyes al este de Yoruba.

Muchas de las ciudades-estado eran controladas por monarcas (obas) y ministros nombrados desde los nobles, líderes gremiales y comerciantes. Diversos estados vieron diferencias de poder entre los dos. Algunos tenían monarcas poderosos y semi-autocráticos con un control casi total, mientras que otros, los ministros eran supremos y el oba servía como figura importante. En todos los casos, los monarcas yorubas eran materia de aprobación constante por parte de sus constituyentes y podían ser obligados fácilmente a abdicar si demostraban tendencias dictatoriales o incompetencia. La orden de desalojar el trono era generalmente comunicada a través de un mensaje simbólico, o aroko, de huevos de papagayo repartidos por los senadores.
Antes de la abolición de la esclavitud, los europeos conocían a algunos grupos yorubas como Akú, un nombre derivado de las primeras palabras de saludos yorubas como Ẹ kú àárọ? (‘buenos días’) y Ẹ kú alẹ? (‘buenas tardes’). Una variante de este grupo también es conocida como el "Okun", que es una forma de "A ku". Estos son yorubas encontrados en partes de los estados de Kogi - el "Yagba", Ekiti y Ondo. Los términos "Nago," "Anago," y "Ana," derivados del nombre de un grupo yoruba costero en la actual República de Benín, fueron asimismo ampliamente usados en documentos españoles y portugueses, para describir a todos los hablantes de esa lengua. Los yorubas en la África francófona occidental, siguen siendo a menudo conocidos por este etónimo.
En Cuba y en Hispanoamérica, los yorubas son llamados "lucumi", por la frase o luku mi, que significa ‘amigo mío’ en algunos dialectos. Durante el siglo XIX, el término yariba o yoruba amplió su uso, primeramente confinado al oió. Se suele creer que el término deriva de un etónimo hausa para los pueblos populosos del sur, pero no ha sido compartido por los historiadores.
Como una descripción étnica, la palabra apareció por primera vez en un tratado escrito por el académico songhai Ahmed Baba (siglo XVI) y es probable que haya derivado de los etónimos indígenas oió (oyo) o yagba, dos grupos hablantes del yoruba sobre las franjas septentrionales de su territorio. Sin embargo, es probable que el etónimo fue popularizado por el uso hausa y la etnografía escrita en arábico y ajamí. Bajo la influencia del obispo Samuel Ajayi Crowther, un clérigo yoruba, se extendieron numerosos misioneros para abarcar a todos los hablantes de dialectos relacionados.

La vida pre colonial yoruba en la región de sabana entre la selva y el río Níger, fue arrastrada más hacia el sur por conflictos con el calibato de Sakoto, un imperio musulmán militarista fundado por el académico fulani coránico Uthman Dan Fodio. Tras usurpar el poder en las ciudades-estado hausas del norte de Nigeria, el calibato de Sokoto también alcanzó el poder en Ilorín, uno de los pueblos yorubas más septentrionales, y devastó Oió-Ile, la ciudad capital del Imperio oió.
Tras perder el extremo norte de su región ante el calibato de Sokoto de caballerías, los oió retrocedieron en su mayoría a latitudes donde las moscas tsetsé impiden la supervivencia de los caballos. El calibato intentó expandirse aún más hacia la región sur de la actual Nigeria, pero fue decisivamente derrotado por los ejércitos de Ibadán en 1840, convirtiendo a Ibadán en el "salvador de Yorubalandia."
Pese a que las monarquías son bastantes comunes a lo largo de la región yoruba-parlante, no fueron la única aproximación al gobierno y a la organización social. Las numerosas comunidades Ẹgba, halladas debajo de la región de sabana del Oió, fueron un notable ejemplo. Estas entidades independientes a menudo elegían a un oba, aunque los poderes políticos, legislativos y judiciales residían en el Ogboni, un ministro o representante de los ancianos importantes.

Cuando los ciudadanos de más de 150 comunidades Ẹgba y Owu emigraron a la ciudad-estado fortificada de Abeokuta durante las guerras internas del siglo XIX, cada cuartel retuvo su propio consejo y líder de asuntos civiles ogboni, junto con un olorogun, o jefe de líderes militares, y en algunos casos sus propios obas o baales electos. Estos consejos independientes elegían entonces a sus miembros más competentes para unirse al consejo civil federal o militar que representaba a la ciudad como una entidad. El comandante Frederick Forbes, un representante de la corona británica, escribiendo sobre su experiencia en la visita a la ciudad en la edición de 1853 de Church Military Intelligencer, describió a Abẹokuta como un sitio con "cuatro presidentes", y con un sistema de gobierno que tenía "840 gobernantes principales o 'Cámara de Senadores,' 2800 jefes secundarios o 'Casa de los Comunes,' 140 militares principales y 280 secundarios." Describió a Abẹokuta y a su sistema de gobierno como "la república más extraordinaria en el mundo".
Los consejos de liderazgo gerontocrático que se oponían a la monopolización del poder por un monarca, eran un rasgo proverbial de los Ẹgba, según el eminente historiador oió, el reverendo Samuel Johnson, pero tales consejos también estaban bien desarrollados entre los grupos Okun del norte, los Ekiti del este, y otros grupos que recaían en el mismo campo étnico de los Yoruba. Incluso en Oió, el más centralizado de los reinos pre-coloniales, el Alaafin consultaba sobre todas las decisiones políticas con un primer ministro (el Basọrun) y el consejo de los nobles liderantes conocidos como los oió mesi.


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