Yo, como la mayoría de todos los cubanos, nací después que el tirano Fidel Castro se apoderara de la Isla con ese pretexto tan convincente para toda una generación que fue acabar con una tiranía, craso error, que hoy día venimos pagando cuatro generaciones de cubanos, más no podemos ser injustos y acusar de pasivos a esta generación de compatriotas que, al igual que muchos creyeron los cuentos del amante, los castillos dibujados en el horizonte donde el sol reflejaba aquellos años felices del futuro prominente.
Los años sesenta, los años de mi niñez, fueron muy difíciles para quienes además de las preocupaciones sociales: trabajo, escuelas, hijos, tuvieron amenazas muy poderosas como la Crisis de Octubre, donde el mundo estuvo a minutos de la Tercera Guerra Mundial, la cual, para muchos especialistas hubiese sido el final de la raza humana. No es mi intención juzgar en este post a los culpables de esa confrontación, ya la historia se encargó de demostrar quiénes fueron y por qué se llegó a ese punto de máxima tensión entre los seres humanos.
En los años sesenta el tirano, como todo buen amante de comienzo, implantó medidas que, hasta cierto grado, resultaron beneficiosas para una parte importante de la población, quiso eliminar males que pululan en las sociedades como son: la prostitución, el juego, las drogas, la delincuencia e implanto medidas drásticas que intentaban controlarlas y al no poder lograr su cometido, se dedicó a realizar una campaña propagandística para hacerles creer a la mayoría que esos males habían sido erradicados por su revolución, la imagen perduró por un buen tiempo, sobre todo para aquellas personas que, por su formación, pasaban la mayoría del tiempo en sus ocupaciones laborales o políticas. Hasta cierto punto la delincuencia bajó sus niveles luego de que la dictadura creara los tristemente célebres campos de concentración de la UMAP.
Los setentas comenzaron con aquella incomprensible noticia de que la zafra de los 10 millones había sido un fracaso, digo incomprensible porque fue la primera y única vez que la Isla produjo más de 8 millones de toneladas de azúcar, lo cual podía ser una noticia impresionante pero que se convirtió en una derrota y una mala noticia que desmoralizó a más de uno que, de manera incondicional, puso todo el empeño en que esta obra saliera victoriosa. Qué fue lo que falló y quién es el culpable se preguntará usted y le respondo que no vale la pena malgastar palabras para explicar eso, lo que si podemos decir que fue el top de todos los errores cometidos por el tirano hasta ese momento y que, por desgracia para el pueblo cubano, en vez de aprender de ese error lo ha seguido comentiendo una y otra vez. No se puede dirigir un país sin escuchar a los demás, solo ejerciendo la voluntad y el ego.
Veinte años después esa campaña dejo de ser creida al mostrarse de manera más evidente la ineficacia del régimen para controlar asuntos como la prostitución, las drogas y por supuesto la delincuencia. Las dos primeras toleradas a su máxima expresión para atraer a una camada de lobos turísticos que llegaron y llegan a la Isla en busca de amor fácil, drogas y diversión sin límites, en una sociedad tan corructa que cada acto delictivo está cotizado en CUC o moneda libremente convertible del régimen. Triste final para una dictadura que proclamó a los 4 vientos que había erradicado todos esos males que provenían de la sociedad capitalista
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